En Contexto
En un entorno
económico adverso, no es fácil entender lo que le pasa a nuestra economía.
Se ha tratado de
trasladar un ambiente triunfal frente a la adversidad sanitaria por el hecho de
que la cotización del peso frente al dólar, a pesar de los errores y omisiones en
el manejo de la pandemia o los desfiguros gubernamentales en cualquier segmento
que se piense, nuestra moneda no solamente no se ha devaluado, sino que aparece
más fuerte que la de Estados Unidos.
Con esa imagen
se trata de transmitir al pueblo que “vamos bien” y que estamos “de buenas”
aunque se eviten otros datos, como el hecho de que el consumo privado no
alcanza a recuperar el mínimo de su dinamismo por efecto de preferir la
inversión pública en obras suntuarias y los apoyos asistencialistas con efectos
de muy corto plazo a fin de omitir que la “fortaleza del peso” se sustenta, en
buena medida, en los ingresos históricos de remesas.
Para dimensionar
la importancia de los envíos de divisas que hacen los mexicanos que viven en el
extranjero, principalmente en Estados Unidos, entre enero y septiembre sumaron 29
mil 964 millones de dólares, cantidad que representa un incremento del orden de
10 por ciento por arriba de lo que recibió el país en el mismo periodo del año
pasado, de acuerdo con información oficial del Banco de México.
Ahí está en
buena medida el respaldo. Eso y la inercia, porque el plan que anunciara en
abril el presidente López Obrador para contrarrestar a la emergencia económica
provocada por el coronavirus ha sido ineficaz, como lo muestra el hecho de que Indicador
Mensual de la Actividad Industrial (IMAI) no registró variación real en el
pasado mes septiembre respecto de agosto.
Y lo peor es
que, si lo comparamos con el desempeño observado en septiembre de 2019,
descendió (-)7.5 por ciento. No solo eso, de los 29 subsectores de la actividad
industrial que reporta INEGI, 27 registran caídas para todo el periodo
enero-septiembre de 2020, con relación al mismo lapso periodo del año anterior.
Para no dejar a
un lado el desánimo de la falta de voluntad política para promover la
producción y el bienestar, en el tema del valor de las mercancías en general,
que tienen una fuerza muy importante para nuestros los bolsillos y para lo que
se puede llevar hasta las mesas de la mayoría de las familias, no se ve la luz
al final de la pandemia ni las bondades económicas de las que se hablan en las
mañaneras.
En octubre, para
contar con el dato más reciente, el Índice Nacional de este referente esencial
registró un crecimiento mensual de 0.61 por ciento, con lo que la inflación
anual ya es de 4.09 por ciento, un punto porcentual por arriba del objetivo y
si confrontamos estos datos con los del mismo periodo de 2019 los resultados nos
entristecen porque fueron de 0.54 por ciento mensual y de 3.02 por ciento anual.
Por esa razón,
la junta de Gobierno del Banco de México decidió por unanimidad mantener en
4.25 por ciento la Tasa de Interés Interbancaria a un día. Esto se debe a que la
trayectoria esperada para la inflación es incierta y, según se nos informa, “los
riesgos a los que están sujetos tanto la inflación, como la actividad económica
y los mercados financieros, que plantean retos importantes para la política
monetaria y para la economía en general”.
Así las cosas,
si no es cinismo, resulta ingenuo que el gobierno federal se vanaglorie de que
la calificadora internacional Fitch Ratings informe que la calidad crediticia
de México en el mundo seguirá en la clasificación” BBB negativa con una
perspectiva estable”, que es el preámbulo de ser considerado un país de alto
riesgo para la inversión.
Con el tañer de
las campanas al vuelo, las autoridades del país (que seguramente no ven las
estadísticas ni entienden las explicaciones del Banco de México) aseguraron que
la exhibición de cómo se ve en el extranjero el pésimo desempeño de la economía
nacional, en realidad es el “reconocimiento por el manejo responsable de las
finanzas públicas, por su política macroeconómica consistente y finanzas
externas robustas”.
En fin, cada
quien ve lo que le conviene aunque el deterioro y el desánimo crecen. Total que
para cambiar la percepción está la propaganda aunque nuestros bolsillos nos
indiquen tener otros datos.
@lusacevedop