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Nuevas prioridades y enfoques

por Mauricio Valdés
01-04-2021

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Mauricio Valdes

Las agendas global y nacional siguen marcadas por los efectos de la pandemia, junto a los problemas crónicos: pobreza, desnutrición, concentración de la riqueza, cambio climático, desempleo, bajos ingresos, falta de vivienda, educación de calidad, agua potable, movilidad, violencia -especialmente de género-, entre otros.

 

El virus con corona, covid-19, ha sacrificado millones de seres en el mundo, con sus consecuencias directas e indirectas. Los expertos han observado que por primera vez el desarrollo humano ha retrocedido. Se requiere una combinación humanista más eficaz entre intereses nacionales y globales.

 

La ONU, desde el año pasado, señalaba que esta década debería ser definitiva en el progreso del mundo, la llamó: “la Década de la Acción”, mirando hacia 2030, cuando deberíamos lograr los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible. Nuestras aspiraciones se vinieron abajo. Nos queda la esperanza que este 2021 se pueda recuperar el rumbo para nuestro avance en el desarrollo.

 

Y conste que se nos está acabando el tiempo para frenar las peores consecuencias del cambio climático. Frente a los retos globales requerimos innovar en los mecanismos multilaterales de cooperación internacional. El calentamiento global, la migración y la seguridad humana, entre otros temas relevantes, esperan acciones eficaces.

 

Frente a los problemas de siempre, más complicados ahora, ¿qué hacer? ¿Cómo deberían ajustarse los planes de desarrollo? ¿Cuáles deberían ser las prioridades? Primero, lograr la vacunación universal lo antes posible. Luego continuar con el saneamiento en sitios públicos y vivienda, volver a la educación presencial con seguridad sanitaria para intentar recuperar el tiempo perdido, hasta donde humanamente sea posible. La carencia de educación hace más vulnerable a nuestra niñez. En el contexto local estamos enfrentando una de las peores crisis del agua, prioridad suprema.

 

En otro ámbito, se requieren políticas gubernamentales de apoyo a la economía, principalmente para recuperar el empleo y el nivel salarial, ambos impactados adversamente. Simultáneamente impulsar la solidaridad para eliminar obstáculos para el disfrute pleno y efectivo de los Derechos Humanos.

 

Sin embargo, la pandemia ha impulsado a los gobiernos de países más ricos a mirar a su contexto interior antes que a la ayuda a los más pobres. El acaparamiento de vacunas es una muestra objetiva de la pérdida de solidaridad internacional.

 

Lamentablemente la intervención para cumplir el compromiso universal de ética de los organismos internacionales ha sido poco eficaz para lograr esa solidaridad mundial indispensable. Esa es prioridad, entre muchas.