
A orillas del río Bravo nació un mercado de migrantes, en el cual extranjeros ofrecen productos y servicios para financiar su estadía en esta ciudad fronteriza, donde están a la espera de que se anule el título 42 y Estados Unidos responda su petición de asilo humanitario.
Se trata de una comunidad de venezolanos y haitianos que se han quedado sin recursos después de meses de haber llegado a esa ciudad fronteriza.
Sin respuesta del vecino país a su petición ni documentos para obtener un trabajo de manera legal en México, los migrantes han encontrado en la informalidad una forma de costear su alimentación, aunque siguen durmiendo en cartones o bajo plásticos.
El asentamiento donde cohabitan unos 4 mil 500 indocumentados es conocido como “el nuevo campamento” y en el mercado ambulante se expenden verduras, frutas, cigarrillos, rosca y café, y se ofrecen servicios de peluquería, estética y masajes.
La clientela son otros extranjeros que esperan ser llamados por alguna agrupación promigrantes que les brinde asesoría para que comiencen o den seguimiento a su petición de asilo.