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Ovidio se entrega; cambian a García Luna; Estados Unidos tras la lista de los 300

por José Luis Camacho
04-07-2025

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José Luis Camacho Acevedo


Desde que ocurrió la peliculesca captura de Ismael, El Mayo, Zambada, gracias a la trampa que le pusieron los hijos del Chapo Guzmán, en una presunta vinculación con el todavía gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, no se había tenido ninguna noticia del destino que tendría ante las cortes de Estados Unidos, Ovidio Guzmán.

El hijo de el famoso Chapo fue artífice de la entrega del Mayo a unos agentes del vecino país que se lo llevaron a un aeropuerto ubicado en un caserío ubicado en las goteras de El Paso, Texas, y fue hasta hace tres días que se conoció que fue absuelto de los delitos que se le imputaban en la corte de Nueva York y que sería sentenciado en Chicago con una condena que le permitiría salir de la prisión en tres años.

Días antes de que se conociera la negociación de Ovidio con las agencia de Estados Unidos encargadas del combate al narco tráfico y al lavado de dinero, sorprendió al mundo que sigue la trama de la narco política mexicana, la noticia de que Genaro García Luna fue traslado al mismo penal en el que se encuentra recluido el Chapo Guzmán, considerada esa acción por los especialistas como una presión para que el ex jefe de los aparatos de seguridad en el sexenio de Felipe Calderón, decidiera convertirse en un testigo protegido tanto de la DEA como del FinCen (Financial Crimes Enforcement NetWork).

Se especula de que el secretario de estado Marco Rubio, ha filtrado a las autoridades mexicanas una lista de los 300 narco políticos que Estados Unidos consideran como peligrosos para la seguridad de ese país.

Cautelosa como es su característica diplomática, la presidenta Claudia Sheinbaum dijo al respecto:

“Son “rumores”, respondió la presidenta Claudia Sheinbaum ante la difusión de lo que se denominó la “lista de Marco” –porque se le atribuye al secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio–. En ese listado se incluyen nombres de gobernadores, legisladores y políticos del partido Morena, a los que se les asoció con el narcotráfico, como si se tratara de una información del gobierno estadunidense.”

Y recordó un informe al respecto de mayo pasado:

“Desde ayer, 14 de mayo, el propio Departamento de Estado de Estados Unidos negó la veracidad de esa lista. Y hoy, en su conferencia matutina, la titular del Ejecutivo federal recuperó ese desmentido para advertir que es información falsa, por lo que pidió a los medios de comunicación actuar con responsabilidad.”

Y los medios por supuesto que estamos obligados a no dejarnos llevar por las innumerables filtraciones que las agencias de seguridad norteamericanas realizan de una manera frecuente.

La recomendación de la mandataria me hizo recordar que, en una ocasión, estando yo en Nueva York acompañado de unos colegas que años atrás me había presentado el gran experto en política de Estados Unidos, Fausto Fernández Ponte (QEPD), interesados por el entonces joven Rafel Caro Quintero, me dijeron cuando yo les comenté mi afición al cine lo siguiente:

“Si quieres saber cómo funcionan las agencias de seguridad en este país, vuelve a ver la película El Informe Pelicano.

“Desde su refugio llama a un periodista, Gray Grantham, que antes recibió información sobre los asesinatos de una persona anónima, "García", lo que le motiva a involucrarse de lleno en la investigación. Ambos comienzan entonces una lucha para destapar la conspiración, enfrentándose a poderosos y siniestros personajes, implicando a la Casa Blanca, el FBI, la CIA, despachos de prominentes abogados y un especulador petrolero multimillonario llamado Victor Mattiece, que lo orquestó todo para poder tener en la Corte Suprema a jueces amigos de un gran proyecto petrolero que quiere ejecutar, el cual estaba siendo amenazado por un grupo medioambiental que quería proteger a unos pelícanos que estaban cerca de la extinción, y con el que quiere ganar muchísimo dinero.”

“El Informe Pelicano. Escrita, dirigida y producida por Alan J. Pakula. Interpretada por Julia Roberts, Denzel Washington y Sam Shepard. 1993.

Y creo que, con algunos matices, las cosas siguen funcionando igual.