
José Luis Camacho Acevedo
Desde que
ocurrió la peliculesca captura de Ismael, El Mayo, Zambada, gracias a la trampa
que le pusieron los hijos del Chapo Guzmán, en una presunta vinculación con
el todavía gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, no se había tenido ninguna
noticia del destino que tendría ante las cortes de Estados Unidos, Ovidio
Guzmán.
El hijo de el
famoso Chapo fue artífice de la entrega del Mayo a unos agentes del vecino país
que se lo llevaron a un aeropuerto ubicado en un caserío ubicado en las goteras
de El Paso, Texas, y fue hasta hace tres días que se conoció que fue
absuelto de los delitos que se le imputaban en la corte de Nueva York y que
sería sentenciado en Chicago con una condena que le permitiría salir de la
prisión en tres años.
Días antes de
que se conociera la negociación de Ovidio con las agencia de Estados Unidos
encargadas del combate al narco tráfico y al lavado de dinero, sorprendió al
mundo que sigue la trama de la narco política mexicana, la noticia de que
Genaro García Luna fue traslado al mismo penal en el que se encuentra recluido
el Chapo Guzmán, considerada esa acción por los especialistas como una presión
para que el ex jefe de los aparatos de seguridad en el sexenio de Felipe Calderón,
decidiera convertirse en un testigo protegido tanto de la DEA como del FinCen
(Financial Crimes Enforcement NetWork).
Se especula de
que el secretario de estado Marco Rubio, ha filtrado a las autoridades
mexicanas una lista de los 300 narco políticos que Estados Unidos consideran
como peligrosos para la seguridad de ese país.
Cautelosa como
es su característica diplomática, la presidenta Claudia Sheinbaum dijo al
respecto:
“Son “rumores”, respondió la presidenta Claudia
Sheinbaum ante la difusión de lo que se denominó la “lista de Marco” –porque se le atribuye al secretario de
Estado de Estados Unidos, Marco Rubio–. En
ese listado se incluyen nombres de gobernadores, legisladores y
políticos del partido Morena, a los que se les asoció
con el narcotráfico, como si se tratara de una información del
gobierno estadunidense.”
Y recordó un informe al respecto de mayo pasado:
“Desde ayer, 14 de mayo, el propio Departamento
de Estado de Estados Unidos negó la veracidad de esa lista. Y hoy, en
su conferencia matutina, la titular del Ejecutivo federal recuperó ese
desmentido para advertir que es información falsa, por lo que pidió a los
medios de comunicación actuar con responsabilidad.”
Y los medios por supuesto que estamos obligados a no
dejarnos llevar por las innumerables filtraciones que las agencias de seguridad
norteamericanas realizan de una manera frecuente.
La recomendación de la mandataria me hizo recordar
que, en una ocasión, estando yo en Nueva York acompañado de unos colegas que
años atrás me había presentado el gran experto en política de Estados Unidos,
Fausto Fernández Ponte (QEPD), interesados por el entonces joven Rafel Caro
Quintero, me dijeron cuando yo les comenté mi afición al cine lo siguiente:
“Si quieres saber cómo funcionan las agencias de
seguridad en este país, vuelve a ver la película El Informe Pelicano.
“Desde su
refugio llama a un periodista, Gray Grantham, que antes recibió
información sobre los asesinatos de una persona anónima, "García", lo
que le motiva a involucrarse de lleno en la investigación. Ambos comienzan
entonces una lucha para destapar la conspiración, enfrentándose a poderosos y
siniestros personajes, implicando a la Casa Blanca, el FBI, la CIA, despachos de prominentes abogados y un
especulador petrolero multimillonario llamado Victor Mattiece, que lo orquestó todo para poder tener en
la Corte Suprema a jueces amigos de un gran proyecto petrolero que quiere
ejecutar, el cual estaba siendo amenazado por un grupo medioambiental que
quería proteger a unos pelícanos que estaban cerca de la extinción, y con el
que quiere ganar muchísimo dinero.”
“El Informe
Pelicano. Escrita, dirigida y producida por Alan J. Pakula. Interpretada por
Julia Roberts, Denzel Washington y Sam Shepard. 1993.
Y creo que, con
algunos matices, las cosas siguen funcionando igual.