La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) dio a conocer que el Centro de Geociencias de la UNAM, campus Juriquilla, participó en una investigación publicada en la revista Science, en la que se demostró que las medidas de confinamiento para combatir la propagación de COVID-19 provocaron una reducción del 50 por ciento en el ruido sísmico observado en todo el mundo.
De acuerdo con el estudio, se analizaron datos de ruido sísmico adquiridos durante varios meses y años, en más de 300 estaciones sísmicas por todo el mundo.
El trabajo muestra la reducción del ruido sísmico en muchos países y regiones, lo que permite visualizar la “ola” resultante que se mueve a través de China, Italia y el resto del mundo.
El estudio, que apareció en la más reciente edición de la revista Science, se generó después de que el autor principal, el Dr. Thomas Lecocq, decidiera que la mejor manera de abordar el problema era compartiendo su método con la comunidad sismológica y analizando los datos de todo el mundo.
Así inició una colaboración única que involucró a 76 sismólogos de 66 instituciones en 27 países.
Los autores principales del estudio tienen su sede en Bélgica, el Reino Unido, Nueva Zelanda y México, en el Centro de Geociencias de la UNAM, única entidad mexicana participante al proyecto.
Los investigadores universitarios Dr. Raphael De Plaen y Dr. Víctor H. Márquez contribuyeron con el análisis de datos de México, principalmente de la zona metropolitana de Querétaro, donde el Centro de Geociencias cuenta con una red sísmica urbana de bajo costo.
Los sismómetros son instrumentos científicos sensibles que registran vibraciones que viajan a través del subsuelo, conocidas como ondas sísmicas.
La sismología se enfoca en medir las ondas sísmicas que surgen después de un terremoto.
Sin embargo, los registros sísmicos de fuentes naturales están contaminados por las vibraciones de alta frecuencia (“zumbido”) producidas por los humanos en la superficie: caminar, conducir automóviles y trenes generan señales sísmicas únicas en el subsuelo.
La industria pesada y el trabajo de construcción también generan ondas sísmicas que se registran en los sismómetros, precisa la publicación.
Debido a que existen miles de estaciones de monitoreo sísmico en todo el mundo y, por lo tanto, se requirió de un esfuerzo de equipo para descargar, procesar y analizar la cantidad de terabytes de datos disponibles.
Los datos provienen de la comunidad global que incluye redes de monitoreo sísmico de alta gama, así como de sensores sísmicos de ciudadanos, los cuales han sido instalados por individuos y escuelas.
Se encontró, así, una fuerte coincidencia entre la reducción de ruido sísmico y los datos de movilidad humana, extraídos de aplicaciones de mapeo en teléfonos móviles y puestos a la disposición del público por Google y Apple.
Esta correlación permite que los datos sísmicos abiertos se utilicen para rastrear la actividad humana en tiempo casi real, y para entender los efectos del confinamiento y la recuperación después de la pandemia, sin incurrir en posibles problemas de privacidad.
Este estudio presenta evidencia de que señales sísmicas previamente enmascaradas, se ven con mejor claridad en los registros de sensores en zonas urbanas durante el confinamiento, especialmente durante el día.
Los autores esperan que esta investigación genere nuevos trabajos sobre el confinamiento sísmico. Encontrar señales sísmicas escondidas en volcanes y de sismos sería un objetivo clave.