Aquella madrugada, las fuerzas imperiales japonesas avanzaron al cobijo de la oscuridad e iniciaron una serie de ataques aéreos que tomaron desprevenidas a las potencias occidentales, dando inicio a la II Guerra Mundial en el Pacífico.
Para entonces, aún no había salido el sol en Hawái y aún faltaba más de una hora para que comenzara el bombardeo sobre Pearl Harbor.
Y es que aunque tradicionalmente se hace referencia a la agresión contra esa base naval estadounidense, ubicada en Honolulu, como el punto inicial de la Guerra del Pacífico, aquel 7 de diciembre de 1941 la Armada Imperial Japonesa lanzó una serie de ataques coordinados y paralelos al de Pearl Harbor que se extendieron por unas siete horas contra territorios controlados por Estados Unidos y Reino Unido en el sudeste asiático.
En una campaña arrolladora, Japón derrotó a las fuerzas estadounidenses en Guam y las islas Wake; así como en Filipinas e hizo otro tanto con las tropas de Reino Unido en Hong Kong y en la entonces llamada Malasia británica.
"Las victorias japonesas fueron muy, muy rápidas; y cuando se atrincheraron, hicieron muy difícil para los aliados reconquistar esas áreas", comenta Mark Roehrs, profesor de Historia en el Lincoln Land Community College (Ilinois, EE.UU.) y coautor del libro "II Guerra Mundial en el Pacífico: nunca mirar atrás", a BBC Mundo.
Las consecuencias de estas derrotas occidentales se harían sentir aún después del final de la II Guerra Mundial y afectarían de forma indeleble la geopolítica en el sudeste asiático.
Japón no se encontraba en guerra ni con Estados Unidos ni con Reino Unido al momento de atacar estos territorios en Asia. Sin embargo, estaba inmerso desde 1937 en una guerra regional con China que estaba generando fricciones con Occidente.
"La razón principal por la que Japón se estaba expandiendo en el Pacífico obedece a que su propio territorio no es muy rico en recursos naturales, por lo que buscaban conseguir posesiones coloniales que les proveyeran de los recursos de los que carecían. Buscaban cosas como caucho, arroz, estaño y bauxita, recursos que encontrarían en las islas del centro y del sur del Pacífico", señala Roehrs.
De todas las materias primas, la más requerida por Japón era el petróleo.
"El petróleo era la cuestión realmente crucial, porque los japoneses no tenían nada y si iban a combatir en una guerra tenían que contar con una fuente segura de petróleo", dice Raymond Callahan, profesor emérito de Historia de la Universidad de Delaware, a BBC Mundo.
Destaca que, paradójicamente, los territorios que atacaron de forma simultánea a Pearl Harbor no eran particularmente ricos en esos recursos.
"Los campos petroleros a los que apuntaban, en realidad, no estaban en Filipinas ni en la Malasia británica. Estaban en las Indias Orientales Neerlandesas, actualmente Indonesia. Y ellos sabían que tenían que eliminar a las fuerzas estadounidenses de Filipinas y a las tropas británicas en la Malasia británica y Singapur, porque esas fuerzas estaban a los lados de la ruta japonesa hacia el sur, hacia las Indias Orientales Neerlandesas", asegura.
Una vez que la mayor parte de las potencias europeas habían transferido sus fuerzas locales hacia el Viejo continente para hacer frente a la guerra que allí se libraba, el mayor obstáculo que enfrentaban los japoneses en el Pacífico era la presencia militar de EE.UU.
"La razón por la que Japón atacó a Estados Unidos era para intentar neutralizar su flota, la única fuerza que permanecía intacta y que representaba una verdadera amenaza a los avances de Japón hacia el Pacífico Sur y Suroccidental", indica Roehrs.