Los colores flamígeros, la difuminación entre los contrastes de imágenes, los detalles oscuros y las figuras alargados o lejanas, reflejan las patologías oculares que pintores impresionistas y postimpresionistas como Camille Pissarro, Claude Monet, Edgar Degas, Vincent Van Gogh y Edvard Munch plasmaron en cada una de sus pinturas, las cuales les permitieron colocarse como referentes del arte en el mundo.
De acuerdo con la médico oculista e investigadora de la Universidad Complutense de Madrid, Carmen Fernández Jacob, las pinturas de artistas reconocidos en el mundo no solamente representan imágenes que impactaron su visión, sino además, evidenciaban las afecciones oculares que desarrollaban y que escasamente son tomadas en cuenta al momento de visualizarlas.
Ante ello mencionó que el estímulo visual es un receptor de figuras que son enviadas a la zona de asimilación del cerebro la cual permite al ser humano interpretar lo que ve, que en los pintores producía una activación de los músculos de la mano, lo cual les permitía pintar lo que sus ojos percibían, por tal motivo la interpretación de cada pintura es diversa para los espectadores, pues incluso las tonalidades y el volumen de las figuras pueden ser distintas entre uno y otro.
La especialista hizo referencia de la patología del conducto lagrimal que presentó Camille Pissarro, la cual no le permitía ver con uno de sus ojos, lo que afectaba su visión en espacios al aire libre, de tal manera que sus pinturas se destacan de ser hechas desde el interior de habitaciones con el objetivo de protegerse del viento, el polvo y la luz solar, como ejemplo de ello mencionó las obras “El puente de Charing Cross” y “El boulevar de los italianos”.