Comenzamos el comentario con dudas políticas…

¿Por qué a Ciro Gómez Leyva?, a quien según los estudios de rating es el matutino más escuchado del país y uno de los comunicadores situados en las antítesis de la narrativa oficial.

¿Por qué en la Ciudad de México?, En donde la política de seguridad parece estar dando resultados nunca obtenidos en varios lustros y donde la jefa de Gobierno es la aspirante presidencial mejor posicionada de Morena.

¿Por qué ahora, en este diciembre de 2022?, Cuando entramos al último tramo del sexenio del presidente López Obrador, a quien no se le puede cuestionar que fue enemigo de la libertad de expresión y de opinión, aunque sí hay serios cuestionamientos por su poca tolerancia al disenso.

En este momento es válido que profesionalmente los periodistas, criminalistas e investigadores de las fiscalías hagan todas las preguntas y tesis posibles, mas no son válidas las conjeturas que, lejos de coadyuvar a entender el objetivo del ataque y dar con los responsables, sólo sirven para desviar la atención y aniquilar la verdad de fondo, sea cual sea. Por eso, no es ético, legal ni políticamente correcto, que el presidente de la República quiera seguir sembrando conjeturas, victimizándose y hasta revictimizando a Ciro con sus declaraciones, porque entonces se va sospechar que la Fiscalía de la CDMX actuará bajo consigna política y no en búsqueda de los responsables, sus motivos y objetivos. 

A muchos de los periodistas militantes oficialistas les falta más empatía y menos hígado para enriquecer el análisis y que la población tenga información precisa, sin manoseos. Hay que colocarse en los zapatos de la víctima y en el papel que realizan todos los profesionales de la comunicación en este momento.

Ciro Gómez Leyva puso haber sido el número 13 de los periodistas asesinados este año que agoniza en México, aquí donde trágicamente hay 98 por ciento de impunidad en estos delitos, porque a ningún experto (los criminalistas reales, no los que abundan en las redes) le queda duda de que el objetivo era acabar con su vida.

Reporteros sin Fronteras ha contabilizado un total de 58 periodistas asesinados en el mundo este año; y 12 corresponden a México, a causa de su trabajo, lo que supone un aumento del 18,8 por ciento en relación con 2021. Nuestro país esté identificado como uno de los más riesgosos del orbe, por encima de Ucrania y de Haití, países en conflictos bélicos.

Hace nueve meses comentamos que, los crímenes contra trabajadores de los medios de información, estaba impactando sólo en los estados del país y que el centralismo con que regularmente colocamos los temas impedía comprender la magnitud de uno de ellos.

Publicamos en marzo de 2022:

El momento para el periodismo en México no es fácil, porque la industria de la información en su conjunto está en crisis y con muchos frentes abiertos que explican los crímenes: uno, la transición de medios tradicionales a adaptarse a los nuevos medios y géneros, provocado por la digitalización y la quiebra de muchas empresas; segundo, por las presiones que se abren por los grupos de interés alrededor del poder político, en un marco donde las relaciones prensa-gobierno están en un nuevo proceso de ajustes; el tercero, de los empresarios y anunciantes, quienes son cada vez más selectivos y condicionantes  y, cuarto, el peor de todos, el del poder fáctico del crimen, porque es el más letal, el que impone línea, el que mata porque tiene complicidad con cuerpos de seguridad pública e incluso fuerzas armadas y gozan de protección los caciques regionales.

Este último es el gran problema que explican gran parte de los crímenes de periodistas en nuestro país, aprovechando la vulnerabilidad del gremio más desprotegido de México: el de las regiones más pobres, más violentadas y más dominadas por la figura de los caciques, esas familias empoderadas por negocios turbios, por las armas y la vinculación a mafias traficantes de drogas, armas, personas, especies de flora y fauna, maderas o a la trata de personas.

Nueve meses después, la violencia contra periodistas de alto perfil llegó a la Ciudad de México, el corazón político y económico del país y el objetivo un periodista de alto perfil. 

Cabe preguntarse, dada la coyuntura política en qué nos encontramos, si esto tuvo fines políticos, como dice el presidente, para generar inestabilidad que ha sido tajante en el recorte publicitario a los grandes medios o si netamente se trata de un golpe delictivo de una persona o grupo actuando por su cuenta.

El tiempo para la contención de daños se agota rápidamente y el gobierno de la Ciudad a cargo de Claudia Sheinbaum, más que la federación, tiene obligadamente que dar algún resultado antes que las fantasías y sospechas de intromisión en las investigaciones terminen por aniquilar la verdad detrás.

Los sicarios fallaron; pero, quizá hayan provocado algún daño emocional que aún no sabemos, pues periodistas han sido víctimas de ataques o amenazas contra ellos o de sus familias, difícilmente se reponen y llevan una cotidianidad igual a antes.

Eduardo Valle, “El Búho”, ex líder de 1968, ex fundador del Partido Mexicano de los Trabajadores con Heberto Castillo, publicó mediados de la década de 1990 varios artículos y un libro titulado “La narcopolítica en México”, en el cual ventilaba relaciones de políticos y operadores de los cárteles de la droga. 

Por estas informaciones, “El Búho” fue descalificado y denostado por otros periodistas del régimen con el fin de dañar su calidad moral y estabilidad emocional. Luego amenazado de muerte, obligándolo a refugiarse en los Estados Unidos. Murió en 2012 trabajando en temas distintos a los que eran su pasión y especialidad. Nunca pudo recuperar la tranquilidad después de las amenazas y quizá algún atentado en su contra del que nunca quiso hablar.

Repito lo que comenté en marzo de este año. El tema del crimen contra periodistas obliga a todos a tomar conciencia y a buscar soluciones, detener las ejecuciones y llamar a la responsabilidad colectiva. Es una obligación del Estado no ser omiso a las denuncias de todos los periodistas, en acabar con la impunidad y garantizar la libertad de expresión. Y de los demás en asumir un papel más responsable y solidario ante estos hechos. 

Guerrero, radiografía del crimen

Por su importancia, resumimos una declaración de Evelio Méndez, secretario de Seguridad de Guerrero, al Sol de Chilpancingo: En la entidad operan integrantes de los grupos del crimen organizado entre los que mencionó a la Familia Michoacana, los Tlacos, Los Ardillos, CIDA, los cárteles de Caborca, Jalisco, Sinaloa y grupos de delincuencia organizada local.  Apuntó que en Tierra Caliente, el grupo criminal La Familia Michoacana tiene un fuerte arraigo y  predominio  en la región, que dicha  organización  tiene el control en el precio de insumos  como el  gas, refresco, la cerveza y la carne. Añadió que también  hay problemas entre los municipios  de Teloloapan y Apaxtla, por  la  disputa  entre los grupos  de civiles armados de la comunidad  Tecampanera y Heliodoro Castillo, que mantiene  una  rivalidad  y buscan  controlar  el precio  de los insumos  de la canasta  básica, además  de que buscan  el control  de  las  áreas  donde  operan empresas mineras. En la región Centro, abundó, entre los municipios de Chilpancingo y Chilapa se disputan la zona Los Ardillos y los Tlacos.

+ Corcholatero: ¿quién se va y quién se queda?

El tiempo político para las llamadas corcholatas de la 4T se agota. De acuerdo con los trascendidos, la presión de Marcelo Ebrard para forzar una renuncia de Claudia Sheinbaum, Adán Augusto López y hasta del mismo Ricardo Monreal, simplemente no tuvo ningún eco. Lo que sí es palpable es la temporada de pesca del olfato político de Dante Delgado, quien cuidadoso no les da esperanzas que sean recibidos en su partido, pues ya la coalición Va por México (PRI-PAN-PRD) habría cerrado las puertas a un disidente a modo para la 4T. ¿Será el punto de quiebre para Marcelo?

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