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¿Por qué debe ser Clara Brugada M la ruta?

por Felipe León López
31-10-2023

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La Ciudad de México, desde 1997, enfrenta un nuevo reto que definirá su futuro y el devenir de políticas públicas en la capital del país y, por el peso político que ha tenido el jefe de Gobierno, alteraría el mapa de actores políticos que a nivel nacional se vienen disputando el poder presidencial. No es una decisión sencilla, elegir al segundo gobernante más importante del país es una responsabilidad histórica.

 

El tema no tendría que dejar ninguna duda a quienes de dientes para afuera se dicen “de izquierda”, porque quien reúne todos los requisitos de trayectoria, ideología, formación profesional, experiencia legislativa y de gobierno, es Clara Brugada Molina. Sin embargo, el pragmatismo y la carga de intereses personales y económicos parecen pesar más que una selección de congruencia.

 

Porque hoy por hoy un acertijo (más que el personaje de Batman) llamado Omar García Harfuch, ha metido mucho ruido a las bases de apoyo de Morena y sus aliados.  Nadie le quita méritos a sus recientes éxitos por haber aplicado la inteligencia policial y haber bajado ciertos índices delictivos en la capital del país, pero su matriz ideológica –en algunas entrevistas que ha dado— deja mucho que desear ante su nula formación ideológica, en el nulo trabajo político-partidista y su total desconocimiento de la llamada “izquierda mexicana” y, más aún, la notoria ausencia de ideas políticas para las exigencias que requiere nuestra metrópoli.

 

Formado profesionalmente en la Universidad Intercontinental (Misioneros de Guadalupe), Universidad Anáhuac (Legionarios de Cristo), la Universidad del Valle de México (en línea) y con los forzados cursos de inteligencia y contrainteligencia en las agencia de los Estados Unidos: FBI, DEA y la CIA, el aspirante morenista tiene además, en contra de toda lógica de la izquierda de México, sus lazos directos con su dinastía político militar fueron impulsados por el diazordacismo: Javier García Paniagua, quien le tocó ser el instrumento de persecución de la policía política contra el “foco guerrillero” y su abuelo ex titular de SEDENA Marcelino García Barragán, a quien han exonerado de los hechos del 2 de octubre de 1968, pero no de que fue el responsable de la Sección Segunda de inteligencia militar en aquellos años de represión a los movimientos sociales.  

 

En resumen, García Harfuch embonaría perfecto para ser postulado por un partido y un movimiento de las derechas, pero no por las izquierdas. He ahí el punto delicado de la incongruencia con que se mueven los grupos clientelares que lo han venido arropando vergonzosamente bajo un discurso falsario de izquierda.

 

Por la otra, está Clara Brugada Molina, economista de la Universidad Autónoma Metropolitana Iztapapala; oriunda de Nativitas en la Benito Juárez, pero avecindada por voluntad propia en la colonia San Miguel Teotongo, en Iztapalapa (y en concordancia con la “línea de masas” de la Unión Popular Revolucionaria Emiliano Zapata), donde hace más de 45 años fue construyendo una sólida base de apoyo.

 

Quienes hemos vivido y tenemos lazos fuertes con Iztapalapa sabemos que hubo un antes y un después para la demarcación con Clara Brugada, pues por años fue el “patito feo” y sinónimo de marginación. Clara representa el ejemplo de un gobierno de izquierda para todos, sin perder su identidad, sin violentar los principios, sin irse siquiera a un coqueteo-concesión a las élites del poder. Falta mucho por hacer y quienes lleguen a gobernar la alcaldía le den continuidad y profundidad, pero las bases están sentadas.

 

“Utopía” es la palabra mágica de una política pública enfocada a la reconstrucción y fortalecimiento del tejido social. En Iztapalapa se puso en marcha un modelo de acciones de gobierno progresista que esperábamos ver en otras partes del país. Aquí se logró con imaginación, voluntad política y capacidad administrativa. Y no es asunto menor, porque 12 Unidades de Transformación y Organización Para la Inclusión y la Armonía Social (UTOPÍAS) fueron motivo de reconocimiento internacional de la ONU y, por supuesto, empresarios, comerciantes y estudiosos han volteado a ver el trabajo encabezado por Brugada y su equipo porque se pueden observar resultados tangibles e innovadores.

 

Gracias a las UTOPÍAS hay una dirección para reducir la desigualdad, lo cual se traduce en más seguridad pública; mayor integración social y familiar. Más seguridad, más inversión privada, más estabilidad social, más oportunidad de empleos y activación de la economía social. Ni siquiera la Doctrina de la Seguridad Democrática colombiana dio tantos resultados en tan poco tiempo como lo que se palpa en la demarcación.

 

En días pasados, Clara Brugada lanzó una propuesta de Utopía de Vivienda Social para toda la ciudad, sin lugares comunes, retomando ejes que han demandado los grupos del movimiento urbano popular: romper con la gentrificación y sus efectos de encarecimiento de vivienda nueva, de renta y la atomización y desplazamiento sociales; un programa radical de vivienda, de renta y regeneración urbana y, sobre todo, colaborativo y de sostenibilidad.

 

Este proceso interno de Morena ha impedido el debate y la contrastación de ideas para que sus simpatizantes elijan más allá de un producto mercadológico, porque contra lo que pregonan algunos, gran parte de quienes han votado por los candidatos de izquierda son personas pensantes, formadas profesionalmente y con una formación que no se mama de la noche a la mañana, sino con años de lucha y demanda.

 

La ruta debe ser Clara porque ella, afortunadamente, ya está en el lado opuesto del bejaranismo y del otrora manceranismo que inundó de corrupción instituciones como el INVI, ambos con amplio repudio social como constató en la pasada elección del 2021.

 

Y debe ser porque los habitantes de la capital del país no estamos para experimentar un gobierno policial (con todo lo que ello implica), sino para aterrizar lo que se plasmó y que falta mucho por aterrizar en la Constitución Política de la Ciudad de México.

 

Claro que es Clara, porque una decisión que va más allá de Morena, de las izquierdas y de los movimientos sociales en la Ciudad de México. Está en juego la construcción de un nuevo modelo de gobierno progresista, conciliador, integrador, colaborativo, eco-sostenible y respetuoso de los derechos humanos.

 

Por ello, quien esto escribe, a pesar de mis diferencias con la 4T y Morena, estaré en el viernes 27 de octubre a las 17 horas en el Monumento a la Revolución para refrendar un respaldo más a Clara Brugada.