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Por qué decimos "talón de Aquiles" para denotar debilidad

por Redacción
15-12-2021

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Todos tenemos un talón de Aquiles, literal y figuradamente.

De hecho, en el primer caso, tenemos dos, que también se llaman tendones de Aquiles.

Son unas bandas resistentes de tejido fibroso que conectan los músculos de la pantorrilla con el hueso del talón. Cuando los músculos de la pantorrilla se flexionan, el tendón de Aquiles tira del talón y ese es el movimiento que nos permite estar de puntillas al caminar, correr o saltar.

Y son los tendones más grandes y fuertes del cuerpo, lo cual es curioso pues usamos la expresión "talón de Aquiles" para aludir al punto débil de una persona o cosa.

Pero eso, como tanto más, se lo debemos a la maravillosa imaginación de los Antiguos Griegos.

Hay varias versiones de la historia de Aquiles, el más grande de todos los héroes griegos de la guerra de Troya, pero en todas las profecías marcan su vida, incluso antes de nacer.

Tetis, su madre, era una ninfa o diosa del mar de quien se habían enamorado Zeus, el rey de los dioses, y Poseidón, el dios del mar, quienes estaban haciendo hasta lo imposible para conquistarla.

Una versión cuenta que Tetis rechazó a los dos dioses y Zeus se enfureció tanto que decretó que jamás se casaría con uno.

Otra dice que Temis -la del 'buen consejo', la encarnación del orden divino, las leyes y las costumbres- y Prometeo -el Titán amigo de los mortales- sabían que era vital para la orden olímpica que ninguno de los dos se casara con Tetis.

¿La razón? Estaba escrito "que la diosa del mar tendría un hijo principesco, más fuerte que su padre, que empuñaría otra arma en su mano más poderosa que el rayo o el tridente irresistible".

En otras palabras, que el hijo que tuviera la ninfa llegaría a ser más magnífico que su padre, algo que no le alegraría a ninguno de los dos dioses del Olimpo.

Alertaron a los dioses justo a tiempo: Zeus estaba a punto de acostarse con Tetis cuando se enteró.

Y quedó tan preocupado que se aseguró de que Tetis se casara con un hombre mortal para que su hijo no pudiera nunca desafiar el poder divino.

El elegido fue Peleo, rey de los guerreros de renombre conocidos como mirmidones, quien, desde el punto de vista de los dioses, tenía varios puntos a su favor: era el hombre más piadoso del planeta; era lo suficientemente digno como para tener una esposa divina y, más importante aún, era un mortal, así que no podía engendrar un hijo inmortal.

Por magnífico que llegara a ser la criatura, su grandeza tendría fin.

La única divinidad a la que no le alegró la decisión fue Tetis, quien no se resignaba a aceptar que algún día a su hijo sería tan cruelmente arrebatado por la despiadada Muerte, algo que a ella, por ser una diosa, no le ocurriría.

Así que hizo todo lo posible para evitarse el dolor más grande que puede sentir una madre, aquel de sobrevivir a su hijo.

Algunas narraciones cuentan que la diosa del mar intentó inmortalizar a Aquiles a través de un largo ritual de purificación que consistía en quemar poco a poco su inmortalidad en el fuego todas las noches y ungir su cuerpo con ambrosía. Cuando estaba a punto de completar la tarea, Peleo la sorprendió y le horrorizó tanto verla poner a su hijo en el fuego que no quizo escuchar las explicaciones de su esposa.

Otra versión más amable señala que Tetis se llevó a Aquiles al río Estix, que marcaba el límite entre el mundo de los vivos y el de los muertos.

Para hacerlo invencible, invulnerable e inmortal, la diosa sumergió a su bebé en las aguas del río, cuyo nombre styx significa "estremecimiento" y expresa repugnancia por la muerte.

La única parte del cuerpo de Aquiles que permaneció vulnerable fue su talón, pues fue de ahí que Tetis lo sostuvo al bañarlo en las mágicas aguas.

Y varios dijeron que Aquiles murió cuando una flecha, disparada por el príncipe troyano Paris, cuya fuga con la bella (y casada) Helena había desatado la guerra con los griegos, lo alcanzó.

En la que es quizás la historia más famosa de su fin, el héroe murió en el campo de batalla contra los troyanos.

En otra versión, estaba escalando las murallas de Troya y a punto de saquear la ciudad cuando ocurrió.

Otros relatos cuentan que Aquiles se había enamorado tanto de Polixena, la hija de Príamo, que aceptó desertar al bando troyano si el rey los dejaba casar. Así fue, pero cuando Aquiles fue al templo para ratificar el compromiso a los ojos de los dioses, París, escondido, le disparó.

Sin embargo la mayoría de las fuentes aseguran que fue el dios Apolo -quien apoyaba a los troyanos- el que guió la flecha hacia su punto vulnerable: el talón.

Sólo así logran vencer al guerrero que aparece en la primera línea de la "Ilíada", cuya ira pone en movimento toda la historia, ese semidios, asesino, saqueador, malhumorado, temperamental, despiadado y cruel pero también aquel que es siempre el más rápido, más agudo, más grande, más brillante, más importante y más hermoso que otros hombres.

Pero aunque su madre, siendo inmortal, probablemente siga llorando su muerte, Aquiles lleva vivo en la memoria colectiva unos 28 siglos...