Si alguna vez has intentado hacer nuevos amigos en tu vida adulta, probablemente habrás entendido por qué la soledad está en su nivel más alto. Hacer nuevos amigos se siente como algo simplemente complicado.
En la escuela, hacer amigos puede ser tan simple como jugar juntos en el pasamanos del patio. Pero como adultos, hacer, desarrollar y mantener amistades puede ser mucho más difícil.
Y esto es importante porque necesitamos amigos. Aunque los viejos amigos son oro, nada permanece igual para siempre. Los viejos amigos se mudan o dedican su tiempo a la crianza de los hijos o a sus carreras.
La soledad puede crecer silenciosamente a tu alrededor y vale la pena tomarla en serio. Hoy en día la evidencia sugiere que la soledad crónica puede ser letal -un impacto equivalente a 15 cigarrillos al día, según las tasas de mortalidad.
Pero no eres solo tú, tampoco. En muchos países, la soledad tiene proporciones epidémicas. Y eso ocurría antes de que la covid-19 nos dificultara vernos con nuestros amigos.
Antes de la pandemia, alrededor de un tercio de los australianos informaron haber sentido al menos un episodio de soledad.
Desde que la covid trajo una interrupción generalizada a nuestro trabajo y nuestra vida social, la soledad se ha disparado.
Ahora las encuestas encuentran que más de la mitad (54%) de los australianos informan haber experimentado una mayor soledad desde el inicio de la pandemia.
Así que, a medida que nos acercamos a una nueva normalidad post-covid, vale la pena hacer un balance de tus amistades y evaluar si sientes que tu vida social está bien o si necesita un poco de ayuda.
En un estudio reciente, cuando los investigadores entrevistaron a personas adultas sobre cómo hacer amigos, estas mencionaron que el desafío más importante es la falta de confianza.
Es decir, a las personas les resultó más difícil confiar en alguien nuevo e invertir completamente en ellos como amigos en comparación con cuando eran más jóvenes.
Quizás por eso muchas personas intentan mantener su círculo de viejos amigos el mayor tiempo posible, así como la confianza que pueden haber construido durante muchos años.
Pero ¿para quién fue más difícil? Las mujeres fueron más propensas que los hombres a decir que no hacían nuevos amigos fácilmente porque les costaba confiar en los demás.
Entonces, ¿qué pasa con la adultez? Bueno, pues como adultos, tenemos una mayor conciencia de nosotros mismos que cuando somos niños.
Si bien esto suele ser positivo, también significa que somos más conscientes de los riesgos de ser juzgados por otros, de no gustar, de ser rechazados y de ser heridos. O tal vez solo significa que hemos pasado por la escuela secundaria y tenemos 20 años.
Si hemos tenido rechazos previos como amigos o sufrimos un abuso de confianza, es posible que nos resulte más difícil confiar en los demás en el futuro. Confiar en un nuevo amigo significa abrirnos y ser vulnerables, tal como lo hacemos en las relaciones.