Mauricio Valdés
A dos siglos de la instalación del Poder Judicial del Estado
de México, nuestro reconocimiento a su desarrollo histórico. La Constitución es
el marco para hacer y no hacer, en el que dirigentes políticos y sociales
puedan propiciar mejores condiciones de gobernabilidad que permitan lograr
acuerdos duraderos a las fuerzas políticas de nuestro Estado, frente a la
situación actual y previsible.
La revisión integral a nuestra Constitución mexiquense y al
marco jurídico es imprescindible, después de la última revisión integral de
1995, hace 26 años. El Estado de México ha cambiado. Las constituciones
estructuran y enmarcan los procesos de toma de decisiones de gobernantes y
legisladores. Contienen derechos y deberes de los ciudadanos, así como la
estructura, funcionamiento y atribuciones de los órganos del poder público y
los límites y alcances. Las aportaciones que el SECTEC ha venido recibiendo
permiten esa revisión integral señalada como tarea primordial.
Para una revisión como la que se realiza, es indispensable
considerar los antecedentes históricos de un Estado como el nuestro, que ha
sido gobernado por el mismo partido (con cambios de nombre) desde su fundación
en 1929, suman 24 gobernadores en 92 años. Lo que explica y justifica la
convocatoria a este trabajo desde la pluralidad del Poder Legislativo.
Cuando en la realidad sociopolítica se producen
transformaciones, la Constitución debe reflejarlas en su forma normativa, como
instrumento para la defensa de la propia Constitución. Una Constitución debe
garantizar el equilibrio de los poderes públicos, sus principios y valores,
señalar los medios para un buen gobierno y una buena administración pública,
así como reglas para la buena relación entre los ciudadanos.
Como ha reconocido el Doctor Jaime Cárdenas en su metáfora,
al comparar el orden constitucional a un sistema de relojería: si se toca una
pieza, se implica todo. No se puede tocar una parte de la Constitución sin
alterar otra.
Lograr avances de consenso y para el consenso, más que para un
momento, para muchos años. El consenso sin ambigüedad es para compartir, en
cierto sentido es lo que puede unir a una comunidad. El consenso requiere
siempre una actitud madura de apertura.
Los contrastes que se pueden observar entre las aportaciones
de los diferentes partidos políticos son parte sustancial de la búsqueda de
consensos, como principio democrático del pluralismo político. Es consustancial
a la comprensión mutua en un proceso de revisión integral, sin condiciones de
dominación ni dedicatoria. Una Constitución para que los ciudadanos controlemos
al poder público y no al contrario.