RAMÓN ZURITA SAHAGÚN
Porfirio Muñoz Ledo y Marcelo Ebrard Casaubon son más parecidos de lo que pudiera pensar y aunque los separa una brecha de 26 años de edad, ambos han tenido un propósito común que los define más de cerca: ser presidentes de México.
Ambos ya lo intentaron en una ocasión diferente y sus planes no pudieron aterrizar, aunque en el caso de Porfirio si alcanzó la candidatura, pero sus pobres números de respaldo lo motivaron a renunciar a la nominación y apoyar a otro candidato que lo premió con un cargo público de tercer orden.
Los dos (Porfirio y Marcelo) han sido reconocidos como políticos con buena oratoria, preparación, cultura y políglotas y que son capaces de todo lo imaginable con tal de salirse con su propósito, aunque en algunas ocasiones no lo logren.
Carreras amplias, deambulando por diversos partidos, usándolos de plataformas para escalar el agreste camino que les ha tocado seguir, obteniendo grandes recompensas en el camino.
Tanto Porfirio como Marcelo se han sostenido de personajes que admiran su talento y los mantienen cercanos a su entorno.
Muñoz Ledo fue un brillante prospecto de Luis Echeverría quien lo impulso como secretario del Trabajo y lo posicionó en la carrera presidencial del entonces imbatible priismo, pero finalmente quedó en la orilla del camino, ante el avasallador rebase de José López Portillo. Su recompensa fue presidir el PRI en campaña, lo que le daría un espacio en el siguiente gabinete, como se acostumbraba en ese entonces.
Mostró su talento político cuando negoció con el dirigente nacional del PPS (partido considerado satélite del PRI), el triunfo del priista Rogelio Flores Curiel en Nayarit por encima de quien se alzaba como el verdadero ganador de esa elección Alejandro Gazcón Mercado, entregando a cambio la primera alianza del tricolor con un candidato común, no militante del tricolor, la de Jorge Cruickshank García, al Senado de la República.
La senda de Muñoz Ledo siguió, ya sin tantos reflectores y al lado de Cuauhtémoc Cárdenas encabezó la rebelión priista que culminó con la salida de miles de militantes y la candidatura presidencial de Cárdenas y la de Muñoz Ledo al Senado. El primero perdió y el segundo ganó. Entonces se obsesionó con ser candidato al gobierno de Guanajuato, donde alegó derecho de sangre, ya que ancestros muy lejanos venían de ese estado, lo consiguió y perdió. Rompió con Cuauhtémoc para convertirse en candidato presidencial del PARM, siendo un abanderado de caricatura, por lo que optó por enunciar y sumarse al apoyo del candidato panista, Vicente Fox, quien lo recompensó con una Embajada.
Los ires y venires de Porfirio por diversos partidos, así como sus escándalos son ampliamente conocidos.
Marcelo cuenta con una historia similar se cobijó al amparo de Manuel Camacho Solís dentro del priismo, donde fue dirigente del tricolor, secretario de Gobierno en el DDF, subsecretario de Relaciones Exteriores y fallido líder de la Asamblea Legislativa, cuando el PRI ganó todas las diputaciones de la capital del país y no alcanzó espacio como legislador. Seis años después fue diputado federal como representante del Partido Verde y luego fallido candidato al gobierno capitalino, renunciado a ello y sumándose al respaldo a Andrés Manuel López Obrador.
Ebrard Casaubon obtuvo la secretaría de Seguridad Pública de la ciudad de México de la que fue removido después del escandaloso linchamiento de policías por parte de una turba y se refugió en la secretaría de Desarrollo Social, de la que saltó a la candidatura al gobierno capitalino como Jefe de Gobierno creció políticamente instalándose en la antesala de la candidatura presidencial, la que no obtuvo al dejar el paso libre a una segunda candidatura de Andrés Manuel López Obrador.
La diferencia entre Porfirio y Marcelo fue que el primero se rebeló ante una nueva candidatura de Cuauhtémoc (la tercera) y Marcelo se sujetó a la segunda de AMLO.
Seis años pasó en la oscuridad Marcelo, acusado de todo, corrupción, desvío de recursos y otras lindezas, retornando como flamante secretario de Relaciones Exteriores y uno de los más poderosos del gabinete presidencial, donde algunas le miran como el próximo candidato presidencial de MORENA.
Tal vez sea esto último lo que molesta a Porfirio que inició una campaña en su contra, donde le lanza acusaciones todo calibre, amenazando con expulsarlo del partido si él logra ser el próximo presidente del Movimiento de Regeneración Nacional.
Marcelo calla y Porfirio se enerva, pero son tan parecidos en aptitudes y ambiciones políticas y hasta en lo sentimental.
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