La vía del tantra nos enseña que la energía sexual es energía vital y que podemos llevarla a cada célula de nuestro cuerpo. El coito inmediato y genital no tiene por qué ser el objetivo final. Si lo deseamos, somos capaces de extender el placer hasta estados de éxtasis que abren nuestras puertas de la percepción. Se puede echar un polvo, hacer el amor o tocar el cielo en nuestro interior.
Elma Roura en su libro 'El camino al éxtasis' (Koan, 2020) nos propone salir del sufrimiento para vivir en el gozo interior a través del tantra. Para ella, la vía del tantra consiste en “unir las energías masculina y femenina, donde sepas acariciar y también ser intenso, incluso impulsivo y animal… Se trata de saber jugar con la ternura y la pasión. La energía del sexo es fogosa, es intensa, es impulsiva, es instinta y bidireccional. La energía del corazón es amorosa, tierna, relajada, tiene belleza es delicada, sensible, circular y sensual.”
Lo que hace el tantra, en palabras de la autora, es unir el sexo con el corazón, combinando estas dos energías. El tantra se concibe como un lugar que no rechaza nada y todo lo integra.
Si se quiere, puede entenderse como un sexo que alcanza la espiritualidad o incluso una vía mística en la que aparece la sacralidad. No por ello es sexo para iluminados sino un camino para sentir la experiencia sexual en su máxima expresión. Una práctica sexual en la que llegan a desaparecer las coordenadas espacio/tiempo. Allí donde el sexo representa la unión cósmica de los opuestos.