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Preferir lo bueno ayuda a todos

por Redacción
18-12-2024

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Por Tomás Bustos


Afortunadamente los humanos no perdemos del todo nuestra vocación por tener presentes las conductas inspiradas en el valor de lo bueno, que invariablemente conducirán a propiciar la paz entre las gentes de buena voluntad.

Estas fechas representan una oportunidad para sublimar los sentimientos derivados de las tendencias afectivas que forman parte indivisible de la naturaleza humana. 

Hemos de ser conscientes de los extravíos que como especie tenemos ante los valores y, además, la obligación moral de advertir las consecuencias desastrosas que trae consigo, renunciar a la vida fraterna y adoptar el odio como fundamental motivación de nuestra conducta.

La democracia auténtica, no la simulación, requiere de buena voluntad, es decir que, nuestros actos estén orientados a reconocer al bien, como rector consciente de nuestra conducta; pues si damos paso a la soberbia, ésta podrá enseñorearse de nuestra alma, al menor descuido. Orientemos hacia lo mejor nuestra vida, a buscar en la concordia, la paz duradera.

La respuesta que las naciones dan, a reales o pretendidas agresiones, son impensables en alguien que aspire a vivir en paz; en personas que quieran heredar a la posteridad una sociedad pacífica, en donde pueda florecer la diversidad.

El concepto de la diversidad, simple en su expresión, tiene un profundo contenido cuando se trata de las interrelaciones humanas. Respetar la individualidad, para que mis congéneres reconozcan la mía. Lograr ese acuerdo es una tarea fundamental para todos los humanos que rijan y orienten su voluntad a realizar el bien, para objetivar la concordia.

Ante la crisis de facticidad, por la que atraviesa el derecho, es necesario orientar esfuerzos a conciliar, avenir a las partes en conflicto, para que la justicia sea pronta y expedita, pues al carecer de estas cualidades se convierte en tortura y fuente generosa de conflictos, motivo de inquietud y padecimientos mentales.

Así, la mediación en los conflictos, auspiciada por competentes funcionarios, con vocación por la justicia, ayuda a resolver problemas y facilita la vida social en paz.

Promover la intensa y constante formación de gentes avocadas a la mediación, es una tarea de acción inmediata, pues los frutos comienzan a evitar muchos conflictos y a desahogar, de alguna manera, la tarea de los tribunales, que cada día se aprecian más agobiados por el desmedido trabajo.

No debemos censurar por sistema; ni condenar sin pruebas promoviendo malestar; sino reconocer los avances logrados y evitar la soberbia, de pregonar, abierta o sutilmente que, al mando, otros serían mejores.