Felipe
León López
Recordando
al clásico texto del maestro Edmundo González Llaca en su Teoría y Práctica de
la Propaganda, nos refiere la palabra “propaganda” proviene del latín
propagare, que significa reproducir, plantar, lo que, en sentido más general
quiere decir expandir, diseminar o, como su nombre lo indica, propagar. El
objetivo de ésta es influir en la opinión de los ciudadanos para que adopten
determinadas conductas; supone un conjunto de acciones que, técnicamente
elaboradas y presentadas, particularmente por los medios de comunicación
colectiva, influyen en los grupos para que piensen y actúen de determinada
manera.
En
estos meses de la pandemia, los ciudadanos hemos padecido un bombardeo de
propaganda, tanto de quienes manejan el poder político como de quienes están
del otro lado, apostando por la derrota gubernamental en el manejo de la
pandemia y el fracaso asentado en el mayor número de muertos por el
coronavirus. A más decesos más repudio, parecía la consigna. Las muertes y los
contagios fueron el mensaje de la propaganda opositora.
El
cubrebocas se convirtió en el emblema ideológico de la 4T, porque el presidente
Andrés Manuel López Obrador no quiere parecerse a Felipe Calderón con el manejo
de la influenza y mandar a toda la gente a usar “tapabocas” (sic). “Tenemos la
capacidad para enfrentar esta situación (...) No es, según la información que
se tiene, algo terrible, fatal. Ni siquiera es equivalente a la
influenza", anticipaba y se equivocó. Detrás de la negación del uso del
cubrebocas no está la explicación científica sino la explicación
propagandística: “soy diferente a Calderón”.
Por
supuesto, ante una pandemia no hay propaganda que gane y el presidente se
observaba por varios meses nervioso, enojado, y perdiendo el control de la
agenda mediática, porque el virus le ganó el terreno mediático y se insertó en
el consciente colectivo como miedo. Además de este sentimiento que genera
incertidumbre y pavor colectivo, las secuelas en la falta de empleo, de
ausencia de políticas públicas más allá de los programas asistencialistas,
comenzó a subir la presión social por una respuesta concreta de las
autoridades. Los gobernadores se movilizaron y algunos hallaron en la IP los
apoyos para enfrentar la pandemia desde sus trincheras. Ese vacío de la
rectoría del Estado en la política de salud pública sigue motivando la
principal confrontación entre las entidades y la federación.
Muchas
conferencias, muchos anuncios, muchos buenos deseos. Las mañaneras como
instrumento de propaganda exitoso estaba siendo rebasado por la pandemia, que
avanzó con las muertes, contagios y caída de la economía, además de efectos
psicosociales del encierro.
La
popularidad fue cayendo, desde Covarrubias a Mitofsky, de Beltrán a Reforma, extremos
como El Financiero a GEA-ISA, todas registraban la caída, el ascenso de los
liderazgos de gobernadores, la reducción de las ventajas de Morena para las
gubernaturas, y finalmente el reconocimiento de que las cosas no estaban
saliéndole bien y hasta admitir que se esperaba la caída del PIB a nivel
histórico.
En
un mes la aceptación de AMLO les dio la vuelta a sus detractores que estaban
apostando a su caída drástica por los errores en el manejo de la pandemia. El
covid en tres meses de encierro logró lo que la oposición en su conjunto no
hiciera, pero su efecto era temporal e impredecible y una señal de recuperación
podría darle la vuelta a la tendencia.
Y
así ocurrió, la vacuna contra el coronavirus anunciada por Marcelo Ebrard llegó
cargada de propaganda, porque representó el oxígeno para AMLO y la 4T, luego de
meses de angustia política y propaganda fallida. Con la voracidad de las redes
sociales, no han dejado de marcar las tendencias para reiterar que la sanación
está cerca, el fin del escenario apocalíptico del 2021 también,
Casi
seis meses después, la preocupación de la gente comienza a abandonar al covid19
y a asimilar que mientras llega la vacuna, hay que salir y a quitarnos el
miedo. Como por arte de magia, aunque los números negativos y datos duros nos
indiquen lo contrario, la población cree que ya pasó lo peor y movilidad ronda
arriba del 60 por ciento, muy arriba de lo permitido. Campeche anuncia color
amarillo del semáforo epidemiológico, mientras que sólo seis entidades (Baja
California Sur, Zacatecas, Nayarit, Colima, Hidalgo y Aguascalientes); el
resto, en semáforo naranja también preparan el brinco al amarillo.
“La
finalidad de la propaganda es: sugerir o imponer creencias y reflejos que a
menudo modifican el comportamiento, la manera de ser e incluso las convicciones
religiosas o filosóficas. La propaganda influye, entonces, en la actitud fundamental
de la persona humana”, concluye Jean Marie Domenach en su ensayo “El poder de
la propaganda moderna”.
El
presidente de la República después de que la semana pasada logró afianzar la
recuperación de su popularidad, lo cual según México Elige y Mitofsky sigue
creciendo por la explotación de los casos de corrupción, la explotación de la
detención de José Antonio Yépez “El Marro” y la operación mediática para
presentar avances “de la recuperación económica” anunciada desde principios del
mes, que si bien son insuficientes le sirven para la narrativa de la
recuperación.
No
cabe duda que AMLO logró detener y revertir la caída en su popularidad y, como
buen ajedrecista político, está moviendo las piezas con mucha audacia para
colocar los temas, administrar la presión, la tensión y la distensión con los
actores políticos, tanto adeptos como adversarios. La oposición, como antes,
sin lograr consolidar ningún tema y operando tardíamente sus temas. El resultado
es obvio: nuevamente, como antes de febrero de este año, López Obrador recuperó
el control de la agenda.
Uno
de los fines esenciales de la propaganda es manifestar la omnipresencia de los
adeptos y su superioridad frente al adversario; pero cuidado, porque si como
pasó con el arranque de la pandemia, puede haber giros inesperados y acabar con
cualquier estrategia ideológica. Es decir, la realidad podría imponerse de
nuevo estallarles en plena celebración de los sofismos de los mensajeros oficiales.
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