Lo sucedido en el Congreso Nacional de Morena puso en claro el talante antidemocrático de ese partido y con ello, pese a los reiterados llamados a la unidad, lo divide.
Contra toda lógica, y para sorpresa de muchos, se modificaron los estatutos para permitir que Mario Delgado Carrillo y Citlalli Hernández Mora continúen en sus cargos –presidente y secretaria general, respectivamente– y da al traste con los principios de democracia y no reelección, por los que ha luchado tanto la izquierda en México.
El partido, en lugar de acercarse más a su militancia, lo hizo, pero a los gobernadores, quienes se convirtieron en los nuevos dueños del aparato burocrático, con lo cual muchos de los militantes de a pie se han quedado sin la menor posibilidad de participación en las decisiones y en los puestos de elección popular que estarán en juego en 2024.
El debate para el cambio en los estatutos se dio al más puro estilo de la aplanadora priista. Llegaron al grado de llamar en la noche para su aprobación fast track y que no hubiera más discusión.
Para muchos, lo interesante estuvo, primero, en que la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum Pardo, se llevó las porras, ganándole al secretario de Gobernación, Adan Augusto López Hernández; y segundo, el hecho de que el gobernador de Sonora, Alfonso Durazo Montaño, fue elegido como presidente del Consejo Nacional.
Pero poco se habla de las pugnas al interior del partido, como el hecho de que todavía hay impugnaciones sin resolver en la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia (CNHJ) de Morena y en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) en las cuales se solicita “la limpieza” y, en su caso, la nulidad de la totalidad de las asambleas distritales celebradas el 30 y 31 de julio pasado.
Lo que pasó en Morena el fin de semana constituye el punto de inflexión a partir del cual poco a poco veremos, primero, como se van acomodando las cosas en el partido y, segundo, como se va a comportar un buen número de militantes que ven como el proyecto por el cual lucharon tanto, se convierte en lo que han criticado en otros institutos políticos.
A partir del sábado pasado, Morena entró en el pragmatismo de la lucha del poder por el poder mismo. Lejos quedó la lucha por la reivindicación de las luchas de la izquierda.
Lo importante es amarrar el control para llegar a 2024 con las mejores posibilidades para ganar y obtener más y mejores posiciones. Para vender caro el apoyo.
Claro que hay división y habrá salida de militantes y simpatizantes, pero eso –seguramente– es un daño ya considerado. Lo que no se sabe es el tamaño del daño producido. Ya se verá.
POR LAS CALLES… En la sesión del pasado martes en el Congreso de la Ciudad de México, la diputada Circe Camacho Bastida, del Partido del Trabajo, le solicitó al presidente de la Mesa Directiva, el priista Fausto Manuel Zamorano Esparza, que llamara al orden. “Nada más para que haga valer su autoridad y por favor, llame al orden, o sea, no estamos en la secundaria, insisto. No, o sea, por favor, compañeros, seamos maduros. Estamos en el Congreso de la Ciudad de México y si no les ha caído el veinte, pues esperemos que en este momento tengan buen comportamiento los y las diputadas o los asesores que tienen ese comportamiento de secundaria”. El hecho no tendría mayor relevancia debido a que es normal –desgraciadamente– que varios legisladores no pongan atención a los oradores, otros no están en el salón de plenos –algunos porque tienen otras actividades como reuniones de las diversas comisiones a las que pertenecen y otros, como en el caso de Tania Larios Pérez del PRI, quien ese día salió un par de horas del recinto, para regresar casi al término de la sesión– pero la también Coordinadora del PT no fue congruente con su llamado al orden y como si estuviera en la secundaria, se puso un bigote y se la pasó tomándose fotos con sus compañeros legisladores sin hacer caso a lo expuesto por sus pares. Y si eso no fuera suficiente para demostrar que la diputada Camacho no predica con el ejemplo, posteriormente se la pasó comiendo un gran elote y –eso sí– lo ofreció a varios de sus pares. ¿Será que a pesar de que es la segunda legislatura en la que participa, todavía no le cae el veinte de que está en el Congreso de la Ciudad de México y debe ser respetuosa, por lo menos cuando se encuentra en el Salón de Plenos?... El caso de la corrupción inmobiliaria en la que se ha visto envuelto el equipo del líder de la fracción del PAN en la Cámara de Diputados, Jorge Romero Herrera, ya le pasó factura. En la encuesta de Massive Caller –correspondiente a septiembre– respecto de los posibles candidatos de la alianza opositora en la capital del país, el legislador federal bajó un par de puntos después de presentar un incremento sostenido. Pasó del segundo lugar, obtenido en la encuesta de agosto, al cuarto lugar en la de este mes.
Jorge Javier García Mendoza
@GarciaJJavier
garciam.jjavier@gmail.com