La primera pregunta a resolver es de qué estamos hablando cuando nos referimos a SIBO. Este acrónimo, derivado de Small Intestine Bacterial Overgrowth, se traduce al castellano como sobrepoblación o sobrecrecimiento bacteriano del intestino delgado.
Aunque es normal tener bacterias en el intestino, estas deben estar localizadas en el intestino grueso o en el colon, para una efectiva función del aparato digestivo. En los casos de SIBO las bacterias se localizan y reproducen en el intestino delgado provocando, como principal padecimiento, el no poder absorber correctamente los nutrientes de los alimentos, además de molestos y dolorosos síntomas y desencadenamientos adversos.
Los expertos no se ponen de acuerdo respecto a las causas, ya que algunos afirman que se presenta por una dieta no saludable y la falta de motilidad del intestino de manera regular, pero hay estudios que aseguran anormalidades en la anatomía, el PH y la inmunidad también son determinantes para la aparición de este padecimiento.
Síntomas relacionados al SIBO
Una particularidad importante de la enfermedad es que presenta signos o síntomas que pueden confundirse con los mismos de otras enfermedades digestivas y que, al parecerse, pueden generar demoras significativas en el tratamiento efectivo.
Entre los síntomas más comunes de la enfermedad se encuentran:
- Molestas y periódicas flatulencias y gases.
- Profundos dolores y cólicos abdominales.
- Hinchazón o distensión de estómago.
- Episodios periódicos de diarrea.
- Sensación permanente de tener el estómago lleno.
- Aspecto grasoso en las heces.
- Pérdida de peso que no se debe a un aumento en el ejercicio cotidiano ni a un cambio de dieta.
Es importante, ante estos signos, consultar siempre a un especialista quien sabrá descartar enfermedades hasta dar con el diagnóstico acertado a fin de brindar el adecuado tratamiento.
¿Cómo lograr un diagnóstico efectivo de SIBO?
Ante lo ambiguo de estos síntomas, la detección de la enfermedad se presenta como todo un reto. Una de las maneras en la que el diagnóstico de SIBO es más efectiva es a través de una colonoscopia, en la que se extrae una muestra del intestino delgado para realizar con ella un cultivo que permita observar si se desarrollan colonias de bacterias, en qué cantidad y de qué tipo.
Por lo costoso, incómodo y doloroso de la prueba, se ha diseñado otra manera de diagnóstico, conocida como el Test de Hidrógeno Espirado, que consiste en el análisis del aliento exhalado por el paciente. Lo que se releva es la presencia de hidrógeno producido por la flora intestinal, después de la ingesta de diferentes tipos de azúcares.
Esto se debe a que las bacterias intestinales, al descomponer el azúcar de los alimentos, liberan hidrógeno que se envía por el torrente sanguíneo a los pulmones y con la correcta preparación se pueden diagnosticar diferentes intolerancias del paciente.
Posibles consecuencias del SIBO
El no saber diagnosticarlo a tiempo o confundirlo con otra enfermedad lleva al paciente a no tratarse de manera adecuada, teniendo como consecuencia el continuar con muchos malestares, dolores e incomodidades, además de las graves secuelas para la salud que el SIBO acarrea.
Entre esas consecuencias podemos nombrar a las siguientes:
- Absorción defectuosa de grasas con presencia de diarrea “grasosa”.
- Falta de vitaminas.
- Leve presencia de proteínas en sangre o hipoproteinemia; en raras ocasiones puede provocar una desnutrición severa, pero por lo general se da si hay otra enfermedad intestinal.
- Déficit por falta de vitamina B12 o cobalamina.
En esencia, no tratarse o estar mal diagnosticado genera un deterioro en la calidad de vida.
Tratamiento del SIBO: antibiótico y dieta
Para tratar el SIBO, los especialistas aconsejan un trabajo conjunto entre medicamentos y dieta. El antibiótico elegido dependerá del Test de Hidrógeno Espirado para evitar atacar la diversidad de la flora y generar efectos secundarios.
Como usualmente se suele decir, somos lo que comemos y es por ello que los síntomas del SIBO se mejoran siguiendo lo que se conoce como una dieta baja en FODMAP, acrónimo de Fermentable, Oligosacáridos, Disacáridos, Monosacáridos y Polioles.
Esta dieta tiene como objetivo bajar aquellos alimentos que no se digieren o bien generan una sobrealimentación de las bacterias del microbiota intestinal que además lo fermentan.
Los alimentos que se deben evitar son los Fructanos, Fructosa, Lactosa, Galactanos y Polioles. Con esta dieta baja en FODMAP, se reducen de la alimentación periódica alimentos como el ajo, la cebolla, manzana, los frutos secos, lácteos, las lentejas, arvejas y los porotos, entre otros.
La dieta indicada para el SIBO lo es también para otras de índole intestinal como el Colon Irritable y, como tal, debe estar prescrita y controlada por un profesional de la nutrición, debido a su importancia y las modificaciones que pudieran requerir en el transcurso del tratamiento.
De igual forma, la receta de un profesional permitirá que la dieta sea específica y balanceada, ayudando de este modo a recuperar la normalidad del tracto digestivo.
Más allá del problema que hizo que esta enfermedad sea muy mencionada en las últimas semanas, el SIBO ha conseguido una mayor notoriedad y muchas personas que antes no habían escuchado nada respecto a ella están investigando y realizando consultas con especialistas para descartar que sus padecimientos de salud no estén relacionados con este síndrome.