Entendemos por Salud Psico-laboral el conjunto de condiciones propias del ser humano y de su estilo de vida, del medio laboral y del entorno extra-laboral, que influyen en la salud, en el desempeño, la satisfacción y la productividad de los trabajadores.
Los factores de riesgos psicosociales son aquellas características derivadas de las condiciones de trabajo y, sobre todo, de su organización que afectan a la salud de las personas a través de mecanismos psicológicos y fisiológicos a los cuales también denominamos estrés. Estamos hablando básicamente: del bajo control sobre el contenido y sobre las condiciones de trabajo, las altas exigencias psicológicas, el bajo apoyo social (de los compañeros y de los superiores) en la realización del trabajo y de la escasez de recompensas o compensaciones obtenidas a cambio del esfuerzo invertido en el trabajo.
En los últimos años varios estudios muestran el efecto negativo sobre la salud de la carencia de recompensas o de compensaciones del trabajo efectuado.
Por recompensas del trabajo consideramos: el control de estatus, el aprecio y el salario. El control de estatus incluye la estabilidad laboral, los cambios no deseados en las condiciones de trabajo, la carencia de perspectivas de promoción y la inconsistencia de estatus (realización de una tarea que está por debajo de la propia calificación). El aprecio, incluye el respeto y el reconocimiento, el apoyo adecuado y el trato justo.
Los efectos de estos riesgos son más intangibles e inespecíficos que los llamados riesgos laborales, y se manifiestan a través de varios mecanismos emocionales (sentimientos de ansiedad, depresión, alienación, apatía, etc.), cognitivos (restricción de la percepción, de la habilidad para la concentración, la creatividad o la toma de decisiones, etc.), conductuales (abuso de alcohol, tabaco, drogas, violencia, asunción de riesgos innecesarios, etc.), y fisiológicos (reacciones neuroendocrines).
Las competencias desplegadas y demostradas a lo largo de nuestra experiencia laboral son por ahora insuficientes para hacer frente a los nuevos retos que se nos presentan. La satisfacción y el equilibrio que manteníamos hasta ahora entre nuestro rol profesional y la valoración e interpretación que hacíamos de las circunstancias que nos rodeaban, han cambiado. Hace falta, pues, una continua actualización y adaptación de las competencias personales para aportar respuestas más efectivas y satisfactorias en el ámbito laboral, a fin de contribuir a la transformación de situaciones especialmente difíciles. Y de igual manera, hacer los aprendizajes necesarios que posibiliten lograr los resultados y la satisfacción deseados.