Luis Acevedo
Pesquera
Con la serenidad
que debe marcar el reposo, la revisión del programa de recuperación económica
presentado hace varias semanas por Tatiana Clouthier, la nueva secretaria de
Economía, no garantiza pautas disruptivas para el necesario crecimiento del
país que sufrió un dramático desplome en 2020 por la irrupción de la pandemia y
aunque ya veníamos mal no mejora el panorama para este año.
Apoyado en 4
ejes simbólicos, no es distinto al modelo puesto en marcha al inicio del
gobierno por su antecesora Graciela Márquez. En el discurso ofrece, en primer
lugar, atender el mercado interno, empleo y empresa; como segundo eje aparece
el fomento y facilitación de la inversión; el tercero es comercio internacional
y como cuarto elemento propone la regionalización de los sectores del país, que
es una nueva vertiente de la descentralización.
El esquema no es
novedoso, a pesar de su importancia. Se inscribe en los lineamientos del Plan
Nacional de Desarrollo y quizá lo notable es que se incorpora la posibilidad de
que los cuatro ejes se puedan mover en función de las necesidades nacionales y
las circunstancias que vayan imponiendo los mercados globales en términos de
intercambio de bienes y servicios como financieros, lo que llama la atención
porque se hacen alusiones a la necesidad de aptar inversiones nacionales y
extranjeras.
Hasta ahí, el
planteamiento parece impecable y necesario, dadas las deterioradas condiciones del
país en materia de producción, consumo, inversión y empleo formal, que son pilares
para el desarrollo y bienestar nacional. Pero el mismo discurso que, si bien
presenta un amplio repertorio de lo que se pretende hacer para que los
gobiernos municipales estatales y el federal ofrezcan condiciones favorables
para el emprendimiento, no dice nada sobre las indispensables revisiones en
materia hacendaria (ingresos y gasto), porque en el país no hay recursos
monetarios suficientes, además de recomponer la seguridad jurídica, que todo lo
encarece y complica la posibilidad de trabajar con certidumbre.
El programa, en consecuencia,
resulta más electoral que la política pública que esperaba el país ante la
adversidad sanitaria.
Por ejemplo, los
60 mil créditos de 25 mil pesos que se prometen para apoyar la recuperación de
las empresas, no son nuevos, iniciaron sin éxito el año pasado y si bien su
orientación ofrece beneficios para las micro y pequeñas empresas, no les da luz
para asegurar su permanencia en el mediano o largo plazo porque, además, no se
establecen condiciones para eslabonar cadenas productivas con las medianas o
grandes compañías. La apuesta está en la
informalidad.
Tampoco se
involucra a la banca comercial con tasas de interés competitivas y solidarias. Sus réditos y comisiones siguen alejados de la
realidad productiva nacional y al amparo gubernamental. La banca de desarrollo,
que podría ser una catapulta para impulsar una consistente política pública
para remontar la crisis con objetivos claros, sigue echada a los pies de lo que
indiquen las decisiones políticas desde Palacio Nacional.
A ello se suma
la inexistente ausencia de estímulos federales para la producción de bienes y
servicios, distintos a los que se otorgan a Pemex, la CFE o a las Fuerzas
Armadas como constructores y encargados de logística, sin hablar de los
programas de rentabilidad propagandística y electoral. Nada hay en el programa
de reactivación de programas de licitación en materia de medicamentos o
infraestructura por parte del gobierno federal
La intención del
plan de reactivación es que el T-MEC sea el que resuelva los problemas
económicos del país y que la generación de las indispensables oportunidades
para la ciudadanía, lleguen casi como por arte de magia.
No se refleja en
el programa que tan solo en el T-MEC existen temas laborales, de competitividad,
energéticos, de resolución de controversias que requerirán una atención
técnicamente sólida que no se perciben en el equipo de subsecretarios y que
tampoco se resolverán con la figura netamente política de Tatiana Clouthier.
Para su nueva
etapa, la Secretaría de Economía exigía de un perfil de liderazgo con
reconocimientos en asuntos de política industrial, de comercio interior y
exterior, desarrollo de mercados, competencia económica y sus vinculaciones con
la estructura fiscal, laboral y social, por decir lo menos, elementos de los
que la nueva secretaria carece para impulsar la urgente reactivación que
requiere el país.
No se niega el probable
talento de la exsenadora, pero por su práctica, lealtad y orientación si se
generan beneficios serán para el proyecto político que representa y sin
garantía de que los eventuales logros se traduzcan en el necesario progreso
nacional.
@lusacevedop