De la propuesta del presidente Andrés Manuel formulada ante los cancilleres de La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños –un mecanismo intergubernamental de diálogo y concertación política–, reunidos el 24 de julio de 2021 en la Ciudad de México, consistente en trabajar hacia la integración del continente, incluidos Estados Unidos y Canadá, en una suerte de Comunidad Europea del Carbón y del Acero (1951) que se transformó en Unión Europea (1993), pasó el gobierno mexicano a reivindicar la Alianza para el Progreso (1961-70).
La Alliance for Progress fue un programa de “ayuda” económica, política y social de Estados Unidos para América Latina. Su origen está en el gobierno de John F. Kennedy frente a la emergencia del “comunismo” –para los que consideran al sur del Bravo y hasta Tierra de Fuego como su “patio trasero” –, y específicamente en Cuba con su revolución.
Después de explicar su visión sobre la integración de las Américas, AMLO concluyó que “Si hay crecimiento económico, oportunidades de trabajo, se reducirán las causas de la migración… Esto permitiría el desarrollo regional con un esquema similar a la Alianza para el Progreso”, citando la política estadunidense de los años 60 y que muy poco tuvo que ver con la Comunidad y la Unión europeas.
La propuesta de López Obrador busca explícitamente “consolidar al continente como potencia”, lo cual verbaliza sin explicar una apuesta estratégica que tiene demasiadas implicaciones y costos geopolíticos, pero en todo caso una de las grandes potencias es y será EU en un mundo cada vez más multipolar, además aquella condición ni se comparte ni se hereda, como lo demuestran milenios de hegemonías imperiales.
La propuesta de crear una alianza y que presentará en la cumbre de Norteamérica a Joseph Biden y Justin Trudeau, en la segunda semana de enero, contempla que aprovechar los recursos del continente parte de la necesidad de revertir la desigualdad y pugnar porque América produzca lo que consume.
En la lógica de Obrador si hay oportunidades de trabajo, bienestar en el subcontinente, hay posibilidad de ordenar el flujo migratorio. De lo contrario, si se sigue abandonando a la región, persistirá la migración irregular y el riesgo para las vidas de millones de personas que habitan en el hemisferio.
Para el presidente de México y su visión del desarrollo regional, es preciso promover una política de sustitución de importaciones para reducir la dependencia de Asia y en especial de China. Lo explicó así en la mañanera del miércoles 14: “Si se sustituyen esas importaciones, imagínense cuánta inversión, cuánto crecimiento, cuánto empleo y cuánto bienestar. Existen todas las condiciones favorables para lograrlo. Y eso debe considerar no sólo la integración de América del Norte, sino de todo el continente, y se convierte América, el continente, económico, comercial, más fuerte del mundo, porque tiene mucho potencial”.
Sin duda, pero las preguntas que él mismo formuló no tienen respuesta cierta: ¿Qué peligro hay de que podamos tener una relación de respeto? ¿Qué peligro significa Cuba para Estados Unidos? ¿Qué peligro significa Venezuela para Estados Unidos? ¿Qué peligro significa Colombia para Estados Unidos? Ninguno.
Sólo que no es aconsejable omitir la naturaleza imperialista de USA y su actual gobierno que se resiste a tratar a los gobernantes de América Latina, incluido México, en “pie de igualdad” como tanto presume Biden, porque no está en su naturaleza, como en la fábula del sapito y el alacrán que relata AMLO.
Acuse de recibo
“Tu columna 2638 sobre Juan Diego, que me dio mucho gusto compartir, refleja una de esas leyendas que se insertan como verdades en la fe, igual que se hace con la imagen de la Virgen de Guadalupe. El indio mexicano aparece desde hace tiempo, en su canonización, con barba y talante españoles, para transformar un rostro que desagrada al invasor. Fe que agrede inoportuna con millones de peregrinos que, inconscientes, clero y autoridades nos imponen a tercera edad, niños y enfermos, en una ciudad contaminada ¿Y el laicismo?”. La opinión es de la periodista Teresa Gil, https://indicepolitico.com/juan-diego-simbolo-de-la-mexicanidad/ (…) El autor de esta Utopía es el columnista difunto José Cabrera Parra… “Lamentablemente ayer (12-XII) falleció Leopoldo Arturo Whaley Martínez, ingeniero por la ESIME del IPN, físico por la Facultad de Ciencias de la UNAM, maestro en la UNAM e investigador del Instituto Nacional de Investigaciones Nucleares. Militante del PSUM, PMS y PRD. Como parte del Movimiento de Acción Popular contribuyó a la formación del PSUM, integrante de su Comité Central y diputado federal por ese partido. También fue un reconocido dirigente del SUTERM, de la Tendencia Democrática, y del SUTIN. Debido a un accidente tuvo una larga enfermedad, lo que no le permitió actuar más en la vida política y sindical. QEPD”: Elba Pérez Villalba… Abrazos solidarios para familiares y amigos de Arturo.