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Reflexión de Alejandro Nieto.

por Redacción
29-05-2024

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Por. Alejandro Nieto Enríquez. Ciudadano


A diferencia de muchas opiniones que creen que la elección próxima se trata solo de una disputa entre Partidos y Alianzas antagónicas o de perfiles de candidatas contrastantes, yo sostengo que la elección es mucho más y mucho más profundo que eso. Las campañas proselitistas, la cobertura en medios, los debates y la intensa actividad en redes sociales se personaliza en esos emblemas partidistas y en la figura de dos candidatas que abordan temas más o menos cotidianos y cercanos a nuestras necesidades incluso en el lenguaje del día a día. Entiendo porque estos dos bandos no entran a las cuestiones de fondo. Creo que en

general como sociedad tenemos una visión y comprensión superficial de las ofertas políticas cuando en realidad la disputa es por un régimen político que regirá al país en los próximos 6 o más años. Por un lado, el tratar de mantener esta forma autoritaria de gobernar imponiendo una visión única y polarizada de la sociedad y por otro un proyecto que acerque a México al ideal democrático de un régimen plural, con división

de poderes y con contrapesos al poder presidencial. De eso se trata la elección. No tanto de si hay más programas sociales o no, si habrá una política más abierta a las inversiones o disponer de energías limpias o

mejores sistemas de atención a la salud. Claro que hay diferencias en esos dos proyectos en estos y muchos más temas. Yo me quiero concentrar en unos pocos asuntos que no están en la conversación de todos los

días, que no se conocen mucho por el público común pero que pueden marcar la diferencia del régimen político y el futuro democrático del país.

-O-

¿Sabías que este próximo noviembre de 2024 termina el periodo de un ministro de la Corte? Pues resulta que la presidenta que resulte elegida tiene la facultad de proponer al Senado una terna y de esa terna o por

designación directa, (si el Senado no aprueba a nadie de la terna), la presidenta designara a ese nuevo integrante de la Corte. Yo votare por la opción que propuso que la terna para integrar la Corte no la decida ella sino los Colegios, barras de abogados y los distintos gremios que agrupan al personal de carrera del poder judicial. Garantizar así que llegue alguien preparado e independiente y que cumpla cabalmente con su tarea de revisar el cumplimiento de la Constitución. 100% de capacidad y 100% de independencia del poder. Votar por el régimen actual significa que la presidenta proponga y luego designe a un ministro de la Corte que sea afín a sus intereses y designios como ya lo hizo AMLO con la última ministra. En noviembre si este régimen triunfa, se consumará la liquidación de la única barrera importante que nos queda para limitar el poder

presidencial: la Suprema Corte de Justicia. Pero no solo eso, la próxima presidenta durante el sexenio nombrara a cuatro ministros de la corte. Ya conocemos el riesgo que ha significado los votos de las tres ministras afines al presidente. Si esta acción se complementa, en México cualquier ley o acto de autoridad que se le ocurra al régimen pasara sin problema la aduana de la revisión constitucional, no importa lo ilegal e inconstitucional que pueda ser. Se pondrá en riesgo el ejercicio de nuestros derechos al no contar ya con una institución garante de guardar los principios de nuestra ley suprema. En este punto no se requiere nada. Ni

mayorías en el Senado ni nada. Solo la voluntad de quien ocupe el cargo. De ese tamaño es lo que se juega el 2 de junio. 

-O

Yo votare porque el siguiente gobierno respete y fortalezca las instituciones que garantizan la vida en democracia, no solo las electorales que cuidan de elecciones libres, sino de todos los órganos autónomos

que han sido debilitados por este régimen. No tenemos derecho a la información por que el INAI no está siquiera conformado por el mínimo de consejeros, lo mismo que pasa con el tribunal electoral y varios de los órganos reguladores en materia de energía, de competencia económica o de evaluación de políticas públicas como la educación o el desarrollo social. Son órganos del Estado que sirven precisamente para limitar el poder del ejecutivo. La candidata oficial se ha pronunciado por desaparecerlos, ese es el segundo piso.

-O

Yo votare por una presidenta que mande puntualmente el proyecto de presupuesto a las cámaras del congreso, pero que en ese espacio, con una mejor representación de las minorías, se discuta y modifique en lo necesario los impuestos o el gasto que atienda las reales necesidades del país. No más presupuestos a las cámaras con la consigna de “no le cambien una coma” que se cumplió vergonzosamente este sexenio. Los que pagamos impuestos si queremos primero que más ciudadanos contribuyan en los gastos del gobierno, y también queremos que ese dinero se gaste mejor donde realmente tenga el mayor impacto posible. Nunca más los caprichos de obras faraónicas inservibles y origen de enormes fortunas de los allegados al régimen por la rampante corrupción que llega incluso a los altos mandos del ejército.

-O

Votare porque revisemos el sistema de partidos y por mantener la pluralidad de la representación popular. Las minorías también representan al pueblo. El proyecto oficial es quitar la representación proporcional en las

cámaras del congreso. Regresar así a los momentos estelares del partido único (PRI), de los años 50-80. ¿Recuerdan que en la elección de López Portillo no hubo un solo candidato opositor? De ninguna manera

podemos aceptar eso que nos acerca mucho más a regímenes autoritarios tan admirados por el presidente y su candidata.

-O

Votare porque el ejército y la armada regrese a sus cuarteles a hacer lo que la ley les marca. Solo eso. Y que la guardia nacional realice bajo mando civil el gran reto de regresar la seguridad, la paz y la tranquilidad a la

población. La tarea más importante que este régimen menosprecio. No quiero que yo, mi familia o mis amigos sean parte de la estadística de más de 188,000 asesinatos que se acumularan en las cifras de sangre de

este sexenio. 

-O

Votare por un régimen que fortalezca las capacidades de los estados y municipios de todas las tareas que les competen y que fueron disminuidos en sus capacidades y recursos por un régimen centralizador. Menos gobierno federal y muchos más gobiernos locales. La mayoría de las soluciones a nuestros problemas y necesidades cotidianas ocurren, o deberían resolverse a nivel local. Pero la megalomanía del huésped de palacio

desapareció los recursos y capacidades de los gobernadores y alcaldes ahora dependientes absolutamente de las limosnas de la federación. A los gobiernos de oposición ni siquiera los recibe para plantear sus justos reclamos de mayor apoyo. Votare por un régimen que apueste a lo local para el desarrollo del país.

Puedo continuar con más asuntos que definen lo que se juega en la elección. Si fuiste paciente lector de estas líneas te pido por favor pienses en estos temas que están escondidos detrás de 50 millones de spots, de 90 días de campañas y miles de discursos y millones de mensajes en redes sociales. ¿En verdad, toda esa nube de propaganda te deja ver las letras chiquitas de la

elección? Yo tengo claro que votare por Xóchitl y todos los candidatos de esa coalición opositora que permita a este país tener cuando menos la posibilidad de sobrevivir y reconstruir lo que en seis años se fue al caño. Nadie es perfecto, y los partidos que forman parte de la alianza deben tomar nota de la insatisfacción de la ciudadanía, incluso de personas como yo que soy militante del PRI. Pero en este momento es hora de defender a nuestra democracia, a nuestras libertades, a nuestra seguridad y a un mejor futuro para los jóvenes de este país.