La Declaración Universal de Derechos Humanos proclamada en 1948, constituye un ideal común para todos los pueblos y naciones que conforman la Organización de las Naciones Unidas. En su artículo 21, párrafo tercero, expone que la voluntad del pueblo es la base de la autoridad del poder público, misma que se expresará mediante elecciones auténticas que habrán de celebrarse de forma periódica, por sufragio universal, igual y secreto.
Lo anterior establece la plataforma imprescindible de la estructura de un Estado moderno, pues supone la transferencia del concepto de la soberanía en favor de las personas —que durante siglos detentó la monarquía— y con ello, la determinación de que los asuntos públicos se realicen en base a consensos y acuerdos colectivos y de ninguna manera impuestos por una sola voluntad.
Pese a que la democracia es un valor universal y un ideal por alcanzar y mantener, en la actualidad, alrededor del orbe existen diversos embates contra los sistemas democráticos.
En un estudio denominado: Informe de Democracia 2023: Desafío frente a la Autocratización, publicado por el V-Dem Institute del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Gothenburg, Suecia, se da cuenta que en 2012, 46% de la población mundial vivía bajo un sistema autocrático de gobierno —que es el régimen contrapuesto al ideal democrático— y contrasta que para 2022, la población gobernada bajo ese régimen ascendió a un 72 por ciento.
Asimismo, se informa que en 2012 se identificaron siete países con la libertad de expresión en deterioro; y en 2022, se incrementó a 35. Sólo 14 países —que representan 2% de la población mundial— registraron avances democráticos y 42 naciones —que constituyen 43% de la población— sufrieron retrocesos.
Otro dato alarmante es que el comercio internacional entre democracias ha disminuido, de 74% en 1998 a 47% en 2022.
Por lo que hace a Latinoamérica, tres países mejoraron según el informe. Se trata de República Dominicana, Ecuador y Honduras; por el contrario, ocho países sufrieron tendencias autocratizantes: Brasil, Chile, Guatemala, Haití, Nicaragua, Uruguay, Venezuela y El Salvador. México, Argentina y Colombia mantienen aún su condición democrática, según el estudio.
Entre otras cosas, el informe concluye en que el nivel de democracia promedio en el mundo ha retrocedido a los índices registrados en 1986. Advierte una triada perniciosa de elementos que lo caracteriza: desinformación, polarización y autocratización, como componentes que se refuerzan entre sí.
La identificación de esta triada negativa es un diagnóstico que debe servir a la ciudadanía para luchar e impedir que siga creciendo esta tendencia —autocrática y autoritaria— que busca revertir las cosas que la sociedad en el orbe comenzó a dejar atrás, a partir de finales del siglo XVIII.
Para la solución, de nueva cuenta la educación es parte fundamental para combatirlo. La libertad es un valor que sólo la educación puede hacer efectivo. De poco o nada sirve que existan tantos derechos reconocidos en las constituciones, si las mayorías no los pueden entender, ejercer ni defender.
La democracia es definida en nuestra Carta Magna, no solamente como una estructura jurídica y un régimen político, sino también como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo.
Y para lograrlo, no debe tener cabida la desinformación, polarización y los retrocesos legislativos dentro de nuestras sociedades, porque con ello se debilita la democracia.
Como Corolario, una frase del politólogo Daniel Ziblatt: “Ningún dirigente político por sí solo puede poner fin a la democracia, y tampoco un líder político puede rescatarla sin la ciudadanía. La democracia es un asunto compartido”.