Los venden en farmacias, son muy sencillos, y ofrecen resultados de forma rápida. Además, ahorran tiempo, porque no tienes que desplazarte a ningún centro médico para hacerte la prueba, y permiten salir de dudas si has tenido alguna conducta sexual de riesgo. 

Sin embargo, algunos requieren receta médica, y no todas las farmacias los venden o pueden dispensarlos al momento. Además, la mayoría de la población no sabe ni que existen o qué infecciones de transmisión sexual (ITS) pueden detectar, y muchas de estas infecciones no provocan ningún síntoma, lo que dificulta su diagnóstico y facilita su transmisión.

De hecho, muchos jóvenes ni siquiera son conscientes de los riesgos que conllevan, ya que desde que el sida se convirtió en una enfermedad crónica, se cree que las ITS son un problema del pasado, lo que ha provocado una cierta relajación a la hora de utilizar el preservativo u otros métodos de barrera. Prueba de ello es que la incidencia de algunas de estas infecciones de transmisión sexual, como la clamidia, ha crecido mucho en Cataluña en los últimos años, especialmente entre las jóvenes de entre 18 y 24 años. Esta enfermedad se puede contraer practicando sexo oral, vaginal o anal y puede afectar a la uretra, el cuello del útero, el recto o la garganta. Por ello es importante saber que existe un test de autodiagnóstico, que puede ayudar a detectarla de forma fácil y rápida para frenar su expansión.

Para otras ITS, como el Virus del Papiloma Humano (VPH), no hay test de autodiagnóstico, pero sí pruebas específicas para su detección. Puedes consultar a tu ginecóloga/o acudir a centros de salud sexual que ofrecen información y realizan estas pruebas. Esta infección puede provocar problemas de fertilidad y favorecer el desarrollo de un cáncer si no se detecta y se trata de forma precoz. También existe una vacuna que protege frente al VPH, que se puede aplicar desde los 9-15 años –en las escuelas se aplica desde hace años de forma gratuita y sistemática a todas las niñas en primaria– hasta los 45 años.