De todas las opciones de vida que tenía una niña chilena de origen humilde como Candelaria Pérez, ser informante y soldado de guerra era probablemente una de las más difíciles de imaginar.
Pero, contra todos los pronósticos, esta mujer terminó luchando por su país nada más ni nada menos que en la Batalla de Yungay, que marcó el fin de la guerra contra la Confederación Perú-Boliviana (1836-1839).
Su fascinante historia es una mezcla de valentía y buenas coincidencias, que hacen que hasta el día de hoy Chile la recuerde como una de sus grandes heroínas.
En Perú y Bolivia, sin embargo, no se le conoce mayormente. De acuerdo con el historiador peruano Cristóbal Aljovin, no hay memoria de ella en su país. Lo mismo le dijo a BBC Mundo Marilú Soux, historiadora boliviana.
A continuación, te contamos cómo una mujer sin educación ni contactos pudo ganar espacio en un mundo dominado por militares hombres y de élite chilenos, y terminar luchando por su país con fusil en mano y a la par de su compañeros.
Candelaria Pérez nació en 1810 en la capital chilena, Santiago, en el barrio La Chimba, poblado principalmente por indígenas dedicados a la servidumbre de la ciudad y artesanos.
Creció en el seno de una familia pobre y no tuvo acceso a la educación. No sabía leer ni escribir.
Así, desde muy joven se vio obligada a trabajar. A pesar de que se sabe poco de su juventud, según narra Luis Ignacio Silva en "La Sargento Candelaria Pérez" (1904) —uno de los pocos trabajos que existen sobre ella—, "siendo muy niña se trasladó de Santiago a la ciudad de Valparaíso en calidad de sirviente de una casa acomodada".
Pero en 1833, su suerte empezó a cambiar cuando una familia holandesa decidió llevársela como empleada doméstica a su casa en la costa central de Perú, Callao.
Allí logró independizarse económicamente. Con sus pocos ahorros, montó un pequeño local de comida llamado "La fonda de la chilena", donde recibía a su clientela con un buen vino y música tradicional.
Fue entonces cuando comenzaron las hostilidades de la guerra contra la Confederación Perú-Boliviana, un ambicioso proyecto que unió las nacientes repúblicas de Perú y Bolivia (aunque por muy poco tiempo).
El general paceño Andrés de Santa Cruz era uno de los principales defensores e impulsores de esta unión peruano-boliviana.
El conflicto bélico comenzó en 1836 y enfrentó a la Confederación con las fuerzas de la Coalición Restauradora (o Ejército Unido Restaurador), conformada por militares peruanos opuestos al proyecto de Santa Cruz (y que habían sido desterrados a Chile), y el apoyo de los ejércitos de Chile y Argentina.
Estando en Callao y en una zona que se transformó en el centro de los enfrentamientos, Candelaria Pérez aprovechó la oportunidad y se ofreció a traspasar información a la Coalición Restauradora. Así fue como se convirtió en una informante clave de la Armada chilena en Perú.
Según cuenta Luis Ignacio Silva en "La Sargento Candelaria Pérez", la mujer se "embarcaba día a día, disfrazada de marinero, y se dirigía a los barcos chilenos llevando a nuestros marinos noticias interesantes sobre las maniobras operadas en tierra".