José Luis Camacho Acevedo.
Estados Unidos está viviendo una de sus crisis internacionales más delicadas de los últimos años.
Por una parte, su apoyo a Ucrania ante la invasión rusa le ha disminuido influencia en la OTAN y ante sus aliados estratégicos como son Corea del Sur o Japón.
Y el gravísimo conflicto entre los terroristas palestinos de Hamas e Israel, ha colocado a Estados Unidos como la punta de lanza del grupo pro-Israel, condición que se evidenció con las visitas del propio presidente Joe Biden al estado judío y las anteriores de su jefe de la diplomacia Antony Blinken.
Ese posicionamiento de Estados Unidos ha sido el factor para que sus principales aliados lo respalden. Apenas ayer el presidente de Francia, Macron, estuvo en Israel.
Y en medio de ese conflicto que tienen los vecinos del norte, de pronto el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, les espeta en su cara la celebración de una cumbrede dictadores y de la que fueron estrellas en ese cónclave, presuntamente para tratar de encontrarle salida al tema de la migración, el cubano Miguel Díaz-Canel y el venezolano Nicolás Maduro.
Estados unidos tiene, a través de la DEA y el FBI, abiertas varias carpetas de investigación de funcionarios del más alto nivel en la 4T, en la que revelan nexos de esos funcionarios con las principales organizaciones criminales que trafican el fentanilo hacia el país del norte.
Sumido en medio de una problemática internacional sumamente delicada, el presidente Joe Biden, seguramente tendrá observaciones muy delicadas que hacerle sobre las carpetas integradas por sus servicios de inteligencia sobre el origen y destino del Fentanilo, que tiene a México como una ´pieza clave de su tráfico, al presidente mexicano cuando éste le entregue los acuerdos a los que se llegó en la Cumbre de Palenque.
Sin duda que cuando se celebre el ya muy próximo encuentro entre Biden y López Obrador, las agendas de ambos presidentes traerán temas que serán muy poco coincidentes.
Estados Unidos tiene socios, no tiene amigos.