Juan Bustillos
La buena noticia es que los mexicanos no debemos sentir
temor porque los carteles de la droga escenifiquen demostraciones de poderío en
las benditas redes sociales, como ocurrió el viernes pasado en que la agenda
social, política y mediática fue dominada por el video de un supuesto ejército
delincuencial desfilando en sus vehículos blindados, exhibiendo su armamento y
gritando vivas a “El Mencho” en algún lugar del estado de Jalisco.
Nada hay que temer. La versión oficial es que sólo se trató
de un mero acto de propaganda de grupos organizados y heredados al gobierno del
Presidente López Obrador de los tiempos en se abandonó al pueblo, imperó la
corrupción y hubo impunidad, contra los cuales no habrá guerra.
Tranquilicémonos, no hay razón para temer a 75 individuos
equipados con “80 armas … una ametralladora antiaérea calibre 50, nueve
ametralladoras de otra naturaleza, 10 fusiles Barret calibre 50, 54 fusiles de
asalto, seis aditamentos lanzagranadas, en total, 80 armas” y “… una camioneta
doble rodada con dos torretas, nueve camionetas Pick Up con blindaje, un Hummer
con blindaje, una Excursión también con blindaje, cuatro camionetas Pick Up con
Roll Bar, dos Jeep Rubicon, un Jeep con blindaje y tres vehículos… de los
cuales 12 con blindaje artesanal y siete solamente con ajustes para montar
armamento y (otros) tres… fuera de foco”.
Y debemos dormir sin sobresaltos porque al día de hoy “… No
se tiene registro de una confrontación directa contra fuerzas de seguridad,
incluyendo Fuerzas Armadas, empleando este tipo de vehículos y este tipo de
equipamiento”, explicó el lunes por la mañana el secretario de la Defensa
Nacional, general Cresencio Sandoval.
Fue sólo un acto de propaganda, insistió el presidente López
Obrador.
Pero con el respeto a la investidura del presidente y a la
autoridad del secretario de la Defensa, ni los más bragados podrían dejar de
preocuparse sólo porque ese ejército que no lo es, según la definición oficial,
se atreve a difundir ese tipo de propaganda precisamente el día en que López
Obrador concluía su gira por el territorio que ya domina el CNGJ, Colima y
Jalisco, y el que busca controlar, Guanajuato.
Más aún, que la difusión del video, no necesariamente su
elaboración, signifique, como lo explicó el general Sandoval, una muestra de
subordinación de los “líderes de ese grupo de élite, de ‘el 03’ y del ‘Doble
R’”, como los definió el secretario de la Defensa Nacional, a Nemesio Oseguera
en su cumpleaños.
Con el perdón, no hay mucho para serenarse, como aconseja el
presidente, muy al contrario.
Poco importa que el blindaje de los vehículos de los
protagonistas del video sea artesanal y que no haya registro de enfrentamientos
con la Fuerzas Armadas; sí lo hay, en cambio, del derribe de un helicóptero de
la Fuerza Aérea con un fusil Barret en el sexenio pasado en tierras
jalisciences, y de la contratación de sicarios a quiene se equipó con similar
armamento para atentar contra la vida del director de la Policía de Seguridad
Ciudadana de la Ciudad de México, Omar García Harfuch.
Nadie pide al presidente abandonar las lecciones del Nuevo
Testamento y olvidar la Ley del Talión ni apartarse de su convicción de su
doctrina de abrazos no balazos o cejar en sus llamados a portarnos bien para no
quedar tuertos ni chimuelos.
Pero si se le puede pedir que alguien de su entorno esté más
al pendiente de las efemérides, no solo las históricas, porque lo arriesga
demasiado quien no le dice que el día que decidió visitar Badiraguato cumplía
años Ovidio Guzmán y que cuando viajaba entre Jalisco y Colima “El Mencho”
celebraba el día de su nacimiento.
Habría constituido tragedia nacional que en lugar de
festejar en las redes sociales exhibiendo su poderío “El 03” y “El Doble R”
hubiesen mostrado fuerza grabando un video en vivo sólo para asustar y
ridiculizar.
Es cierto que no son tan temerarios, aunque después del
atentado contra García Harfuch es obligado pensar de otra manera.
La gente de López Obrador no tiene derecho a jugar con su
seguridad, como lo hace.