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Sesión espiritista

por Everardo Moreno
17-10-2021

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 La reciente declaración del Presidente de la República en la que expresó que a distinguidos mexicanos ya fallecidos, entre ellos Cárdenas, López Mateos y otros que citó, les causaría extrañeza ver cómo en la actualidad ciudadanos con posiciones ideológicas diferentes se han unido para tratar problemas nacionales, me lleva a imaginar una sesión espírita.

Asistirían destacados paisanos nuestros ya fallecidos para hacerle algunos comentarios al licenciado López Obrador sobre su desempeño, como también exponerle algunas sugerencias para gobernar.

 Uno de los asistentes sería Leandro Rovirosa Wade, quien como gobernador de Tabasco, lo recomendó con Ignacio Ovalle para que trabajara con él, y que como lo ha comentado siempre Ignacio, lo hizo López Obrador de manera destacada y con una gran emoción social. Don Leandro le diría al Presidente, que el hecho de que él hubiera trabajado con López Portillo, y ahora tenga un estilo diferente y modos distintos para alcanzar sus objetivos, no puede tacharse de promiscuidad política.

Que eso le sirva le diría el ingeniero Rovirosa a López Obrador, a entender que ante decisiones públicas que juzgan equivocadas los dirigentes de diferentes partidos, y de la iniciativa privada, se reúnen para evitarle daños al país.

El general Cárdenas, con su voz pausada, le expondría que cuando expropió el petróleo los tiempos eran distintos a los de ahora; era necesario tener el control del petróleo ante la previsible conflagración mundial. Su nacionalización se hizo en marzo de 1938, y la Segunda Guerra Mundial se estima se desata en septiembre de 1939 con la invasión a Polonia de Hitler.

López Mateos, con la sonrisa fácil que le acompañaba, le platicaría que cuando nacionalizó la Industria Eléctrica, lo hizo porque era el momento y el tiempo adecuado pero ahora, la reforma de su paisano Peña Nieto es la más conveniente para el progreso del país. Le referiría que una de las razones por las que viajó por el mundo, fue en busca de inversiones extranjeras, porque desde entonces sabía que ellas creando empleos, inciden en el progreso nacional, que nada gana con espantarlas, que los inversionistas cuidan su patrimonio y no lo van a arriesgar en un país cuyo Presidente está lesionando al capital privado, y hasta amenazándolo como lo hace su Director de la Comisión Federal de Electricidad.

Gómez Morín, ex Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, le criticaría su permanente empeño de estar dividiendo a los mexicanos en dos grupos, y le diría que alguna vez, como militante de Acción Nacional, expresó que “no permitamos que el intento fundamental que es salvar al país, se frustre por la divergencia del color de las corbatas”.

 Miguel de la Madrid, le haría sentir que no deje de asistir a una ceremonia tan importante como en la que merecidamente se distinguió a una ilustre señora, porque una senadora podía, según él, faltarle al respeto; le recordaría que él nunca lo haría, como no lo hizo, cuando sabía que Muñoz Ledo lo interrumpiría en un informe presidencial.


Y todos los muertos, a coro, le desearían mucha suerte en los tres años que le quedan.

Profesor de la Facultad de Derecho de la UNAM