Cuando utilizamos el término “violencia
intragénero” nos estamos refiriendo a la violencia que un miembro de una
pareja LGBT ejerce sobre el otro miembro de la pareja.
- Suele existir como en todos los ciclos de violencia una escalada que va en aumento progresivo, desde gestos cariñosos y de amor hasta llegar de manera progresiva a una agresividad y control cada vez mayor que terminan aislando a la víctima. Este ciclo tiene tres fases:
- Acumulación de tensión. En este momento se produce una sucesión de episodios que ocasionan un constante incremento de la ansiedad y la hostilidad.
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Eclosión aguda de violencia. Esta fase se caracteriza por la descarga de la violencia acumulada en la anterior etapa. Aquí el maltrato es totalmente desbordante.
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Luna de miel o de arrepentimiento. Este período se caracteriza por una conducta de arrepentimiento y acercamiento del agresor a la víctima, pudiéndose comportar de manera cariñosa y disculparse, mostrando culpabilidad por lo sucedido, aunque en ocasiones también existe una actitud de negación total. Esta fase finaliza cuando se vuelve a la etapa de acumulación de tensión.
Y a diferencia de las relaciones heterosexuales, la violencia intragéreno no sucede en torno al sexismo ni a la desigualdad de poder entre mujeres y hombre, sino que existen ciertas especificidades:
En muchas ocasiones, la vía para ejercer el control es el chantaje, que suele centrarse en hacer pública la condición homosexual del otro ya sea a familiares, amigos o en el entorno laboral (lo que se conoce como “outing” o “sacar del armario”), “si me dejas, les digo a todos que eres gay/lesbiana”. O incluso entre los hombres el contar que es seropostivo o padece VIH, algo muy íntimo y personal.