Cuando el canal vaginal pierde su tono y elasticidad, ampliando así su diámetro y perdiendo su estructura original, nos encontramos ante un caso de hiperlaxitud vaginal.
Este trastorno, también conocido como síndrome de relajación vaginal, se traduce en una marcada pérdida de sensibilidad a la penetración, anulando las sensaciones asociadas al coito tanto para la mujer, como para su compañero sexual. Dicho de otro modo, a causa de este problema percibiremos una vagina amplia a la que le es difícil abrazar al pene durante las relaciones sexuales.
Esta circunstancia podrá ir acompañada en algunas ocasiones por otros síntomas tales como la incontinencia urinaria y, en los casos más graves, por el descenso de la vejiga o el recto hacia la vagina, trastornos conocidos como cistocele y rectocele, respectivamente.
No obstante, las consecuencias de sufrir este trastorno van más allá de lo físico y funcional, pues la huella psicológica de la hiperlaxitud vaginal engloba una serie de circunstancias a destacar; quizá aquello que más llame la atención es la falta de visibilidad del problema, a menudo vivido como normal, o los sentimientos de vergüenza o miedo atribuidos al mismo, lo que hace que muchas mujeres vivan esta circunstancia en silencio y no acudan a consulta para buscar una solución o, en el caso en que decidan hacerlo, pidan ayuda cuando el problema está firmemente instaurado. Los efectos negativos sobre la autoestima de la mujer o sobre la relación de pareja serán otros dos daños colaterales que deberemos tener en cuenta
¿Qué es lo que produce la distensión de las paredes vaginales? Las causas asociadas al síndrome de relajación vaginal hacen referencia a procesos fisiológicos propios del embarazo (pensemos en el impacto muscular resultante de soportar el peso del feto durante el mismo, o el efecto de relajación que provocan la progesterona o la relaxina, hormonas implicadas en el proceso) y el parto, constituyendo éste último la causa estrella de la distensión o laxitud vaginal, máxime si éste ha sido difícil y prolongado, o si las dimensiones del feto han sido considerables.
Otras de las causas de la hiperlaxitud vaginal que pueden tener una connotación negativa asociada a este trastorno pueden ser la menopausia y su correspondiente caída del nivel de estrógenos, la obesidad y el sobrepeso, o simplemente el paso del tiempo, deteriorando el colágeno presente en el conducto vaginal.