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Sobre «ser buenos en la cama» y otros mantras de nuestra época

por Redacción
04-10-2021

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Se utiliza con frecuencia la expresión “ser buenos o buenas en la cama”, para hacer referencia a la cualidad de quienes son habilidosos o habilidosas a la hora de proporcionar placer a sus parejas sexuales. ¿Qué hay de verdad en esto? ¿Hay personas buenas en la cama? ¿Hay algo que se pueda hacer para ser “buenas o buenos amantes”?

En nuestra cultura se le da mucha importancia al “sexo”, de ahí parte la obsesión de muchos y muchas por sacar buena nota en esto de proporcionar placer sexual a una pareja. A veces me parece como que esto del “sexo” (tener relaciones sexuales) se ha convertido en un producto de marketing, como una obligación. En nuestra cultura, el hecho de ser o considerarse buenos amantes ha pasado a ser una especie de «mérito personal”. Algunos y algunas además, acuden a nuestras consultas pidiendo justamente eso, convertirse en buenas amantes y buenos amantes para poder gustar más y despertar mayor deseo. ¿Es esto posible?. Vayamos por partes…

Cuando disfrutamos «en la cama» ¿es debido al mérito de nuestra pareja sexual? ¿Qué hace que disfrutemos sexualmente?

Esta idea del buen amante o de la buena amante es tramposa, porque el hecho de disfrutar más o menos en la cama con alguien no depende exclusivamente del grado de habilidad de esa pareja, sino que hay otros factores de mucho peso (en mi opinión, de mucho más peso).

Por tanto, cuando alguien disfruta mucho en la cama es el resultado de muchos factores, y la pareja tiene que ver, pero no de forma exclusiva, ni tiene tanto peso como se considera. Lo cual es un alivio, porque si no ¡menuda responsabilidad!

Además, cuando se habla de que una persona es “buena en la cama” ¿a qué nos solemos referir? ¿En qué es buena exactamente? Pues como seguimos teniendo una idea de sexo muy centrada en lo genital, en el coito y en la penetración, la idea implícita es que esa persona es “buena en los coitos o en las penetraciones”, pues en nuestra cultura, estas prácticas eróticas siguen siendo las más valoradas. Esta idea es otra trampa, pues a  muchas personas, tanto heterosexuales, como homosexuales, bisexuales o asexuales, el coito o la penetración no les interesa demasiado. Además, es una evidencia que para muchas personas (sobre todo mujeres, aunque también hombres) la clave de su placer y satisfacción está en otros aspectos como una buena seducción, la generosidad en caricias por todo el cuerpo, juegos, besos, chupetones…esto es, todo aquello que injustamente se ha venido calificando como “preliminar” pero que tiene a mi juicio toda la importancia del mundo. En mi experiencia como terapeuta sexual, compruebo a diario como detrás de la insatisfacción sexual de muchas personas, está el haber empobrecido sus relaciones eliminando o reduciendo todo esto a su mínima expresión. Curiosamente, todos estos aspectos son muy abundantes en las primeras etapas de las relaciones, en las que las parejas suelen tener un excelente ajuste sexual, pero luego se van abandonando.

¿Hay diferencias entre sexos en cuanto al grado de obsesión por ser “buenos o buenas en la cama”?

 Tradicionalmente ha habido y sigue habiendo más presión hacia el hombre, se exige que sea él quien tenga experiencia, habilidad y pericia. En nuestra cultura (en una pareja heterosexual) se espera que sea el hombre quien lleve las riendas y que sea él quien proporcione placer a su compañera, de modo que si ella disfruta, mérito de él, y si no, su culpa. Algo muy injusto. Las consultas de sexología están llenas de hombres con problemas de disfunción eréctil y de insatisfacciones relacionadas con la eyaculación (eyaculación precoz) que tienen como fondo la asunción de esta idea que genera mucha presión en ellos. En mi trabajo como terapeuta sexual, me toca desmontar y de-construir todo esto para volver a generar seguridad.

 Entonces ¿se puede hacer algo para ser “buenos en la cama”?

Personalmente, la etiqueta ser “bueno en la cama” no me gusta demasiado, porque el placer sexual no está exclusivamente en manos de otras personas, y menos mal. Hay una cierta responsabilidad personal en el hecho de disfrutar: una persona que conoce bien su propio cuerpo, sabe dónde está su clítoris y como funciona (si hablamos de mujeres con vulva), es capaz de comunicarse y pedir de forma adecuada aquello que quiere y que desea y negarse a aquello que no… Estas y más cuestiones, que están en la propia persona, predisponen al placer, y no dependen del otro, sino de una misma o uno mismo.

Luego, por supuesto que hay aspectos importantes en un amante, esto es, cuestiones que favorecen o ayudan a tener química sexual con alguien, como por ejemplo:

    En caso de hombres heterosexuales, es muy positivo que conozcan algunos aspectos esenciales sobre la erótica femenina (dónde está el clítoris, etc.). Las personas con una buena educación sexual en general, son personas con más recursos para entenderse en la cama con sus parejas.

    Saber disfrutar una misma o uno mismo. Las personas que saben disfrutar también están en situación de dar más placer a la pareja, porque hay mucha satisfacción en el placer del otro.

    Tratar bien a la pareja, independientemente de si la relación es esporádica o estable, es un elemento altamente afrodisiaco para muchas y muchos.

    Cuidar aspectos como la seducción, ser generosos-as con el contacto corporal y las caricias, los mimos, los besos… No solo son importantes cuando se tiene intención de que la cosa “vaya a más”, tienen valor e importancia en sí mismos.

    Ser capaces de comunicarse y hablar con la pareja sobre gustos, preferencias, estar abiertos o abiertas a sugerencias, y mostrar interés por lo que desea y da placer al otro.

Todo estos aspectos (tener una buena educación sexual, conocer el cuerpo del otro, buen trato, la comunicación…) nos proporcionan recursos valiosos para entendernos con nuestras parejas sexuales, pero como no a todas las personas les da placer lo mismo, hay que tener en cuenta que es necesario aprender a conocerse y conocer al otro para saber que desea y que le gusta. No a todo el mundo le gusta lo mismo, es importante aprender a conocer al otro para saberlo, y esto también es importante: hay parejas que disfrutan mucho más pasado un tiempo de conocerse por este motivo. A disfrutar también se aprende.