"Cuando estaba en el agua, recuerdo haberme hundido ocho veces. Mis piernas están impedidas. Me sumergí ocho veces y traté de tomar aire. El mar seguía llevándome de aquí para allá, arrastrándome hacia el fondo.A la octava pensé que si me volvía a hundir sería porque mis brazos eran lo único que me mantenía a flote. Así que la novena vez que me sumergí, salí y agarré un tronco. Eso es lo que me mantuvo a flote".
Las historias de sobrevivientes están comenzando a salir lentamente de Tonga, después de la erupción volcánica y el tsunami del sábado. Una de esas historias es la de Lisala Folau, un hombre que nadó durante más de un día para salir vivo del tsunami.
Folau, quien tiene discapacidad física, le describió a la BBC cómo se aferró a un tronco y luego nadó de regreso a la orilla después de ser arrastrado hacia el mar.
"Podía oír a mi hijo llamando desde tierra y no quería contestar para que no viniera anado a mi encuentro. Mientras tanto, las olas seguían llevándome de aquí para allá", recordó.
"Simplemente me giré mientras sostenía el tronco. Lo que me vino a la mente es que en el mar hay vida y muerte. Hasta que llegas a la orilla: entonces sabes si estás vivo o muerto".
Tonga ha confirmado tres muertes, la de dos locales y un ciudadano británico. Aún se desconoce el alcance de los daños.
Las comunicaciones están paralizadas. La erupción del volcán cortó el único cable de internet que conecta la isla de 110.000 habitantes con el mundo.
Hasta el miércoles la diáspora de Tonga en todo el mundo no había podido contactar a sus familiares en casa. Toda la información procedía de organizaciones con teléfonos satelitales en el archipiélago.
Folau le contó al programa de radio Newsday de la BBC cuánto se asustó al ver una enorme ola acercándose.
No fue el único de su familia atrapado por la fuerza del mar.
"Yo estaba con mi sobrino y él también fue arrastrado. Nos abrazamos mientras la ola nos atrajo de la tierra hacia el mar. Cuando nos llevó más adentro, no pude sujetarlo. Nos separamos. No podíamos vernos, pero nos gritamos y pudimos escuchar que el otro todavía estaba vivo", relató.
Este habitante de la isla de Atata sostuvo en la entrevista que su fe y pensar en su familia fue lo que le ayudó a mantenerse con vida.
"Me mantuve fuerte mientras estaba en el mar porque creo en Dios. Soy cristiano. Creo que me dio la fuerza para sobrevivir y me dio una oportunidad en la vida. Además, fue el deseo de volver a ver a mi familia lo que me mantuvo fuerte".