Venecia. El director italiano Paolo Sorrentino, Óscar en 2014 con La gran belleza, arrancó lágrimas en Venecia con Fue la mano de Dios, un filme autobiográfico ambientado en su turbulenta Nápoles natal y dedicado en parte a su ídolo, el argentino Diego Armando Maradona.
"Hice lo que pude. No creo haberlo hecho mal", es la frase de Maradona que inspira el nuevo y esperado filme del realizador italiano, quien compite junto con otras 20 cintas en la sección oficial del festival de Venecia.
El consagrado director, de 51 años, considerado entre los autores más relevantes del cine europeo, heredero del mágico estilo de Federico Fellini, regresa a su ciudad para narrar la historia de su adolescencia y de su vocación de cineasta en circunstancias trágicas.
Con un retrato a la vez alegre y doloroso de los personajes que conforman su infancia y adolescencia en la Nápoles de la década de los ochenta, Sorrentino logra compartir su dolor por la trágica e inesperada muerte de sus padres y develar el nacimiento de su universo, tan personal y único, con monjes enanos, tías sensuales, bromas pesadas, zambullidas en el mar, paseos en lancha.
"Me conmovió realizar esta película. La he visto 40 veces y todas las veces me emociono con algunas escenas específicas", confesó el director en una charla con los medios de comunicación, entre ellos Afp.
"Lo que más me conmueve son las escenas en las que el chico parece tan indefenso", recalcó al referirse probablemente a una de las secuencias más dramáticas, de rabia incontenible, cuando le impiden en el hospital ver los cuerpos de sus padres.
"En la vida, despedirse, decir adiós a la gente es muy importante. Si simplemente desaparecen, es como si nunca se hubieran ido", mencionó.