Muchas personas están preocupadas porque en esta cuarentena subieron de peso, pero quizá tu aumento se trate de algo más serio, como el síndrome del “Hambre emocional“.
Estar al tanto de las cantidades de comida que consumes y de lo que comes puede ayudarte a entender mucho mejor de qué se trata este peligroso padecimiento.
La situación de incertidumbre, desesperanza, depresión y otras situaciones que llegaron junto con el coronavirus, son algunas de las causantes de la aparición del “hambre emocional”.
A diferencia del hambre convencional, este tipo de síndrome nace de las emociones. Cualquier situación de tensión o punto de quiebre podría activar la aparición de esta condición que se debe tratar tanto a nivel psicológico como físico.
Más allá de que sea tu cuerpo el que exige que necesitas alimento, es tu cerebro el que en una búsqueda por mitigar algunas sensaciones pretende distraerse por medio de la comida.
Ya sea por tristeza, soledad, estrés o cualquier emoción que libera cortisona, tu cerebro podría activar la que algunos psicólogos han llamado “hambre emocional”.
¿Qué hacer si tienes este síndrome?
Aquellos emociones difíciles de procesar o complicadas de asimilar pueden causar en el organismo la sensación de no estar satisfechos con el alimento.
La preocupación, el bienestar que provoca la comida, evitar una situación de tensión, sentirse acompañados por la comida, son algunas de las condiciones más adecuadas para detonar este síndrome.
Generalmente, en este padecimiento las personas buscan las comidas demasiado condimentadas, azucaradas, con un alto índice de grasas o carbohidratos.
Lo más importante, en primera instancia, es tomar las riendas de las emociones para entender qué pasa con el cerebro; aprende a sentirte de tal o cual forma y a comprender lo que ocurre con tu cuerpo.
Si no te sientes en control de la situación, lo más prudente es recurrir a un profesional para que te ayude a alejarte de este peligroso hábito.