La tendencia por lo fit o ser sano ha hecho que cada año se pongan de moda algunas comidas "nuevas y exóticas" consideradas como superalimentos, como la quinoa, las bayas de goji, el aceite de coco, la espirulina, las semillas de chía, la col kale, entre otros.
El término superalimento no está dado por ninguna institución de salud y más bien se reconoce como "una denominación de mercadotecnia para referirse a ciertos alimentos que aparentemente proporcionan numerosos beneficios a la salud humana, como resultado de una alta densidad nutricional".
Hasta la fecha, los científicos y nutriólogos sólo reconocen una comida como superalimento, ya que contiene todos los nutrientes necesarios para la vida y en las cantidades adecuadas para la humanidad: se trata de la leche materna, hasta los 6 meses de edad.
Sin embargo, ninguno de los productos proclamados superalimentos han demostrado tener una cantidad de un determinado nutriente más elevada que sus otras alternativas. Aunque es cierto que algunos sí presentan una composición que puede resultar interesante en la dieta.
Ante el deseo de la sociedad de querer productos nutritivos que reflejen resultados en el cuerpo rápidamente las empresas han comenzado a usar la salud como marca; así, una parte del proceso de marketing se basa en resaltar aquellos aspectos de un alimento que puedan conferir un beneficio. No es que sea malo, pero tal vez lo compraste a sobreprecio y no sea tan poderoso como te lo hicieron creer.
Sonia González Solares, profesora titular de la Universidad de Oviedo, y María Gómez Martín es investigadora predoctoral del Instituto de Investigación Sanitaria del Principado de Asturias, sostienen que los expertos hacen un esfuerzo para divulgar los verdaderos datos de ciertos productos, pero competir con el mercado puede llegar a ser difícil, por lo que una opción para pelear contra la desinformación es tener más curiosidad acerca de lo que se ingiere.