Felipe
León López
En
1992, en Italia, siendo Bettino Craxi secretario del Partido Socialista y ex
primer ministro, inició el proceso Cusani contra la corrupción en la clase
política de su país, iniciando por su propio partido y gobierno, los cuales
habían sido sorprendidos, evidenciados y denunciados por sobornos, aportaciones
ilegales y negociaciones oscuras, utilizando mecanismos tramposos para evadir
su fiscalización:
“Siempre
estuve al corriente de la naturaleza irregular e ilegal del financiamiento a
los partidos, a mi partido y a la actividad política en general. Lo comencé a
entender desde cuando usaba pantalones cortos”, afirmaba Craxi.
Se
trató el multicitado proceso judicial conocido como “Manos Limpias”, originalmente
Tangentopoli, el cual sacó a la luz, precisamente, los mecanismos de
triangulación y mecánicas de financiamiento irregular a distintas causas de
gobierno o de leyes a modo de los patrocinadores. “Tangente”, en italiano,
significa precisamente comisión que se paga a los políticos a cambio de
favores. Fueron más de 2,500 personas procesadas tanto del Partido Socialista
como de la Democracia Cristiana, así como empresarios y cabilderos.
El
resultado del proceso acabó temporalmente con los partidos tradicionales y
emergieron nuevos institutos políticos y candidatos ciudadanos, con buenos y pésimos
resultados, encumbrando a personajes como Silvio Berlusconi y Umberto Bossi.
En
España, la corrupción y pésima forma en que el Partido Popular y el Partido
Socialista Obrero Español dieron a origen a movilizaciones y a nuevas
expresiones cívico-políticas como Podemos (neo populista), Ciudadanos (derecha)
y Vox (neo ultraderecha). Ninguna de las
nuevas denominaciones políticas ha estado a la altura de las expectativas de
los españoles indignados con la corrupción de los políticos tradicionales.
La
corrupción indigna a todos. El corrupto no sólo es el que soborna, el que da la
mordida y quien la recibe, el que falla a sus compromisos y no respeta horarios
y confianza en él depositada. Este fenómeno permea todo nuestro sistema y modo
de vida, está en el tejido social y en la complicidad de gobernantes y
gobernados.
Con
estos dos antecedentes, y con la experiencia de los actos de corrupción que han
molestado al hartazgo a los mexicanos, el 2018 fue un referéndum ciudadano
contra la corrupción del pasado, del viejo régimen y también contra esa clase
política que emergió en el proceso democratizador de 1988 a la actualidad, es
decir, PRI, PAN y PRD, cuyos gobiernos y representantes populares también
fueron pillados y repudiados.
Por
esta oferta política, en gran parte, Andrés Manuel López Obrador ganó. Las ofensivas contra la corrupción estaban en
el ánimo de todos y se exigían castigos ejemplares, resarcimiento de los daños
y también una necesidad para refundar el pacto ciudadano- gobernantes.
Más
de una vez AMLO hizo suyo el descontento social contra esa clase política
caduca, incapaz de cambiar y, además, aferrada a buscar por tramposas vías perpetuarse
en el poder. Esta empatía para traducir el fin de la corrupción con justicia
social fue aplaudida y nadie podía estar en desacuerdo.
Así,
paradójicamente, so pretexto del combate a la corrupción se repiten esquemas
corruptos, llegamos a la toma de decisiones sobre el NAIM y otros proyectos
sometidos consultas de dudosa metodología y transparencia; la integración del
proyecto de gobierno, la oferta de seguridad ciudadana y la explotación de la
pandemia, detectándose diversas trabas que generaron paralización de acciones
de gobierno; pérdida de puestos de trabajo; reducción dramática del gasto
público, como en salud; cancelación de normas y procesos jurídicas y la
imposición de otras, como el aumento de las asignaciones directas; la desciudadanización
de diversas instituciones y la concentración de poder político al viejo estilo
presidencialista.
La
Jornada en mayo del presente año, reseñó el costo de la corrupción en México
con datos del INEGI: “En 2019, primer año completo de la gestión del presidente
Andrés Manuel López Obrador, el costo por la corrupción para los ciudadanos que
acudieron a realizar algún trámite o solicitar un servicio en una oficina
pública fue de 12 mil 770 millones de pesos, 64.1 por ciento más que en 2017,
cuando fue realizada la medición previa, reportó el INEGI. Ello se tradujo en
que el costo de la corrupción para cada ciudadano fue, en 2019, de 3 mil 822
pesos, 56 por ciento más que en 2017, añadió”.
Estallaron
los videoescándalos y las filtraciones, en medio de fuertes
señalamientos de que éstos pudieran aniquilar el debido proceso y, por ende, su
impunidad. Se fueron ventilando nombres de presuntos implicados y partidos
supuestamente beneficiados, dejando un sabor de “justicia selectiva”, porque la
cargada parece sesgarse política y electoralmente, como acusaron dos
gobernadores.
Lo
peor fue que aparece un nuevo video en el cual deja muy mal parado al grupo en
el poder tanto por el contenido como por la forma en que operaron su “control
de daños”: desplantes facciosos del uso de los aparatos del Estado para
controlar medios y lanzar mensajes intimidatorios -como el lanzado contra la
revista Nexos—, y lanzar sendas campañas en redes sociales.
Si
en días pasados las acciones y la ofensiva de AMLO contra la corrupción le
permitió avanzar en términos de popularidad y recuperar credibilidad, para los
días siguientes es muy amplía la duda de qué va a pasar porque su partido
MORENA, que como Podemos, Ciudadanos y Vox, es una expresión nueva, surgido de
las movilizaciones callejeras, pues por más que hagan campañas de defensa den
redes sociales y en todos los foros del poder político, a la población le queda
claro que es un partido que ya envejeció y su fortaleza, por ahora, es que está
siendo visto como una agencia de colocaciones y en ello base su aceptación y
expectativa.
Los
ciudadanos, sin duda, tenemos un reto enorme para los siguientes meses, pues quizá
no veamos el fin de los partidos tradicionales, pero sí quizá el surgimiento de
nuevas alianzas en las cuales vayan sustituyendo a los líderes tradicionales y
sean nuevos liderazgos los que estén por asumir posiciones más destacadas, está
en nuestra labor y vigilancia, evitar que quienes lleguen no envejezcan ni se
corrompan como los personajes que hemos visto desfilar en días y años
recientes.
Contacto:
feleon_2000@yahoo.com