Después de dos semanas de celebradas las elecciones de 2021 y con un cumulo de información sobre las mismas, existe materia prima para estudios, investigaciones y análisis de la profundidad que se quiera; trataremos de hacer un último corte periodístico revisando lo que pasó en algunos ámbitos regionales, especialmente en las entidades donde se renovó el ejecutivo estatal.
Mencionamos en entregas anteriores que al inicio del proceso electoral se vaticinaba que Morena podría ganar la mayor parte de las gubernaturas en disputa (15), sin embargo, durante el transcurso de las campañas fueron cambiando los momios porque en algunas entidades se cerraba la contienda, en términos de las encuestas publicadas. Pero una vez realizados los cómputos y entregadas las constancias de mayoría se confirmó el pronóstico inicial, Morena logra el triunfo en 11 entidades (Baja California, Baja California Sur, Nayarit, Colima, Sinaloa, Sonora, Guerrero, Tlaxcala, Campeche, Michoacán y Zacatecas), su aliado el partido Verde gana en San Luis Potosí, y la oposición triunfa en solo tres estados, Movimiento Ciudadano (MC) en Nuevo León y el PAN en Chihuahua y Querétaro.
Como señalamos, Morena pierde terreno importante en la Cámara de Diputados federal, pero avanza de forma relevante en las entidades federativas, de 6 gubernaturas pasa a 19, considerando sus aliados, el PES en Morelos y el Verde en San Luis Potosí, lo que ha provocado que ya se plantee la reconfiguración de la Conago (Conferencia Nacional de Gobernadores), instrumento político surgido durante el gobierno de Vicente Fox, de los entonces mayoría de gobernantes locales opuestos al mismo, para exigir y demandar mayores recursos y participación del régimen central. Ya veremos para que la quieran ahora, pues la mayoría de los gobernadores serán del partido del régimen federal o afín al mismo.
El bloque opositor sufre una gran derrota en este flanco, ya que el PAN solo mantiene 2 gubernaturas, perdiendo otras 2 (Nayarit y Baja California Sur); el PRD pierde la única que tenía (Michoacán), pero el gran perdedor en este rubro es el PRI, pues pierde todas (8) las que tenía en juego, y todas ellas pasaran a ser gobernadas por morenistas.
En 2022 se renovarán otras 6 gubernaturas y en 2023, 2 más, destacando el Estado de México, la entidad más poblada del país, como preámbulo de las elecciones generales de 2024.
En cuanto a los Congresos locales, Morena mantendrá la mayoría en 18 de ellos, el PAN incrementa de 4 a 7, el PRI y MC conservarán 1, y los parlamentos locales divididos pasarán de 8 a 5.
En cuanto a los miles de gobiernos municipales que se eligieron, el resultado es multicolor y variado, dependiendo de cada región, lo cual es un reflejo de la pluralidad imperante desde hace ya varias décadas, donde la alternancia es una constante cotidiana, en muchos de los municipios.
Es en este ámbito de gobierno donde la violencia rampante en el país se manifiesta también contra quienes participan políticamente, y seguramente también entre ellos. Es una circunstancia particularmente grave en el presente proceso electoral, pues la presencia e influencia de la delincuencia organizada se ha hecho presente de una manera brutal, y ya no solo les interesa tener el control de las corporaciones policiacas, sino que eliminaron o amenazaron candidatos, impusieron otros, muchos de los cuales seguramente ganaron, lo cual nos vaticina un panorama terrible.
Como se ha hecho público, se está investigando a dos gobernadores electos por supuestos vínculos con la delincuencia organizada, pero no sabemos nada de cuántos y cuales alcaldes electos se encuentran en la misma tesitura.
El señalamiento de las autoridades estadounidenses de que más de un tercio del territorio nacional está controlado por las mafias delincuenciales, se hizo patente durante el proceso electoral. Lo cual se ha corroborado con las muy recientes alertas a los ciudadanos de ese país para que no visiten la mayor parte de las entidades federativas de la República Mexicana.
Es una pena, además de una muy grave irresponsabilidad, que la clase política, sobre todo la gobernante, no se aboque a afrontar y resolver esta problemática, que pone en riesgo la viabilidad del Estado mismo, ni más ni menos.
Hemos dicho que los saldos de la elección han sido en general muy positivos y que abonan a la consolidación de nuestra frágil democracia, pero si se sigue dejando crecer la presencia e incidencia en todos los ámbitos de la vida comunitaria de la delincuencia organizada, el trabajo y los esfuerzos seguramente serán en vano.
La mayoría de los mexicanos no queremos un Estado fallido, ni mucho menos un narcoestado, sin embargo, no existen liderazgos visibles que marquen el rumbo, por lo que la sociedad civil organizada tendrá que actuar en consecuencia, no veo otra alternativa.