Desde este 1 de febrero, 65.000 empleados del gobierno belga no pueden ser contactados fuera del horario laboral normal.
Hay excepciones, que pueden ser por acuerdo o si algo no puede esperar. Y no significa que no habrá personal de guardia.
Un segundo principio es que los trabajadores no deben ser desfavorecidos por no contestar el teléfono o no recibir correos electrónicos fuera de horario.
La ministra de Administración Pública, Petra De Sutter, cree que el cambio impulsará la eficiencia.
Dice que la línea entre el trabajo y la vida personal se ha vuelto cada vez más borrosa durante la pandemia, con tantos trabajando desde casa.
Sin derecho a desconectarse, afirma, "el resultado será estrés y agotamiento y esta es la verdadera enfermedad de hoy".
Este cambio de regla fue relativamente simple de implementar, ya que solo se aplica a los funcionarios públicos federales.
Se cree que el plan para extender la práctica al sector privado encontrará más resistencia.
"El derecho a la desconexión no debe extenderse al sector privado", dice Eric Laureys, de Voka, la Red Flamenca de Empresas.
Afirma que "destruirá" el progreso observado durante la pandemia hacia un trabajo más flexible.
"Sería una enorme señal de desconfianza a la capacidad de los empleadores para organizar el trabajo".
Len Shackleton, investigador del grupo de expertos del Instituto de Asuntos Económicos y profesor de economía en la Universidad de Buckingham, está de acuerdo en que socava la flexibilidad.
"Las restricciones para contactar a los trabajadores fuera de las horas fijas son solo una dosis más de regulación".
Petra De Sutter insiste en que la medida no bloqueará el trabajo flexible, cuando eso es lo que quieren los empleados.
"Pero por otro lado, necesitamos proteger los derechos básicos de los trabajadores", señala.
Delphine se ríe un poco cuando le pregunto si el cambio podría alimentar la noción de funcionarios públicos que "observan el reloj".
Afirma que es un viejo cliché y que la carga de trabajo ha aumentado con los años.
"Creo que hacemos más con menos gente, por lo general. No creo que sea porque no nos guste trabajar".
Otros países han introducido este tipo de disposiciones, como Francia.
En Bélgica, parece probable que la próxima etapa del debate será si una mayor proporción de trabajadores también debería obtener el derecho a desconectarse.