RAMÓN ZURITA SAHAGÚN
La pandemia no cede, los contagios aumentan, las muertes se incrementan y las vacunas no llegan. El escenario nacional es terrible y el futuro sumamente incierto.
Comienza febrero mes en que los trabajadores de la salud debían estar vacunados y no lo están y tendría que iniciar la inoculación de los adultos mayores y los de más alto riesgo y no hay con que hacerlo.
El tiempo transcurre y este mes se cumplirá el primer año de que se detectaron los primeros contagios por COVID19 y pronto se cumplirá también un año del primer deceso y ahora suman más de 155 mil muertos, de acuerdo con las cifras oficiales.
Los hospitales se encuentran saturados, escasean las camas para pacientes de COVID, con todo y que se han incrementado en varias ocasiones el número de ellas.
Es terrible lo que sucede en el mundo y que en México está diezmando a la población, afectando la economía, provocando más despidos y generando más pobreza.
Horas, días, semanas, meses y ahora un año, pasan lentamente ante una pandemia que no cede y que las decisiones tomadas no han dado resultado para bajar su intensidad.
Los momentos difíciles siempre han sido considerados de oportunidad para muchos que encuentran la ruta para forjar su futuro y eso sucede en México, donde vemos a una serie de personajes vinculados con familiares de la primera línea de servidores públicos que obtienen beneficios, lucrando con el dolor de la población y apoyados desde las altas esferas gubernamentales.
Es increíble que con un gobierno que pregona el término de la corrupción y cuya bandera de campaña fue el de desterrarla, sigan apareciendo licitaciones a modo, compras de insumos a empresas cuyo giro es distinto y beneficiando a la parentela de los personajes de la primera línea de gobierno.
Ya sucedió con León Bartlett, hijo del director de la Comisión Federal de Electricidad, Manuel Bartlett, quien aprovechó los primeros meses de la pandemia para vender ventiladores y respiradores a precios mucho más altos de los del mercado y que, aunque fuese cancelado uno de los contratos, fue absuelto de la sanción que se le aplicó.
Ahora resulta que José Rubén Ferrer, familiar cercano del director del INSABI, Juan Antonio Ferrer, resultó un exitoso hombre de oportunidades.
Siendo constructor vio su ventana de oportunidades para la venta de insumos médicos necesarios para combatir la pandemia y aprovechando su cercanía con los gobernadores de Tabasco, Adán Augusto López y de Chiapas, Rutilio Cruz Escandón, surtió las necesidades de estos en varios renglones.
Consciente de la cercanía de esos gobernadores que son cuñados (Rutilio está casado con la hermana de Adán), José Rubén se hizo presente con ventas de cubrebocas y aparatos médicos, los que no son la especialidad de sus empresas, pero que le generaron una extraordinaria ganancia.
Así es como vemos que no hay ningún tipo de ayuda económica para nadie, ni población, ni mucho menos empresarios, por lo que los pobres empresarios que están resultando seriamente afectados por la falta de inversión en obra, tienen que buscar nuevas rutas de acceso a los contratos y optan, como en este caso, por vender cubrebocas, batas quirúrgicas, medicamento, vendas, termómetros y otras necesidades para combatir la pandemia.
Claro que los dividendos son mayúsculos, ya que los precios de los productos que venden son mucho mayores que los del mercado, aunque los precios, tal vez, sean tan altos por el desconocimiento que tiene José Rubén Ferrer de los precios existente y como fueron, algunas adjudicaciones, ya que su negocio es el de la construcción.
Pero como sucede en estos casos, ya salió a aclarar el gobernador de Tabasco, Adán Augusto López que su gobierno no le compró nada, al contrario, está muy agradecido con él, ya que el generoso empresario constructor regaló cinco ventiladores a las instituciones de salud.
Lo que no aclaró el gobernador es si este generoso gesto del empresario es parte o no de las jugosas ganancias obtenidas de los contratos asignados o si caso se los compró a León Manuel Bartlett que los debe venderlos a muy bajo precio.
Seguramente, como sucede en estos casos, saldrá la secretaría de la Función Pública para aclarar que no hay ninguna anomalía en esa adquisición, como en ninguna otra de las que son denunciadas.
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Curiosa la forma en que Arturo González Cruz, alcalde de Tijuana se ausenta cuando le da la gana. Ahora argumenta que por razones familiares deja la administración, aunque se da su tiempo para pedir su licencia. Se sabe que detrás de su salida se encuentra algunas situaciones judiciales a las que deberá responder.
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