José Luis Camacho
Acevedo
El presidente
estadounidense, Donald Trump, amenazó con penalizar a México por no cumplir “de
manera demostrable” sus compromisos internacionales en el combate a las drogas.
En el Memorando
presidencial para determinar a los países principales de producción y tránsito
de drogas ilegales para el año fiscal 2021, Trump identificó a México como uno
de los principales países productores o de tránsito de drogas en el mundo.
Una descertificación
a la lucha antidrogas en México implicaría un cese de la asistencia financiera
y del respaldo de Washington en organismos internacionales.
Trump hizo notar en
el documento que los decomisos de drogas en México aún son bajos y que los
cárteles representan una clara amenaza para México y para la capacidad del
gobierno de ejercer control efectivo sobre diversas partes de su territorio.
Los cárteles
mexicanos, advirtió, “se aprovechan de los controles dispares que hay en México
en materia de precursores químicos para producir sus drogas mortales, como el
fentanilo”, en suelo mexicano, para luego traficarlos a Estados Unidos.
Se estima que un total de 246 millones de
personas ¾de entre 15 a 64 años de edad en todo el mundo¾
consumieron una droga ilícita en 2019, lo cual representa un aumento de 3
millones de personas con respecto al 2018, pero si se toma en cuenta el aumento
de la población, la prevalencia del consumo de drogas sigue siendo estable en
todo el mundo, señala el Informe Mundial
sobre las Drogas 2015 de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga
y el Delito.
Sin embargo, la verdadera magnitud del problema
mundial de las drogas se hace más evidente, si se tiene en cuenta que más de 1
de cada 10 consumidores de drogas es adicto y sufre trastornos ocasionados por la
farmacodependencia, es decir alrededor de 27 millones de personas de los cuales
la mitad consumen drogas inyectables, y se estima que 1.65 millones de ellos están
afectados con VIH.
Lo anterior supone una pesada carga para los
sistemas de salud pública de los países de todo el mundo, no solo en lo que respecta
a la prevención, el tratamiento y la atención de los trastornos relacionados
con el consumo de drogas, sobre todo porque nos enfrentamos a una pandemia
mundial.
En el caso de México, las drogas no solo han
impactado en el desarrollo económico y social, en el aumento de la violencia y
en la inseguridad pública, también lo han hecho en el aumento de los costos de
atención a la salud al asociarse con lesiones y enfermedades infecciosas como VIH,
hepatitis B y C y enfermedades mentales, etc.
De acuerdo con el reporte, el número anual de
muertes relacionadas solamente con el consumo de drogas es de 187 mil 100
personas en todo el mundo, “un número inaceptable de consumidores de drogas
sigue perdiendo la vida de forma prematura, a menudo a consecuencia de una
sobredosis, pese a que la muerte por sobredosis puede evitarse”, advierte la UNODC.
La segunda edición del Informe del Uso de Drogas en las Américas 2019, elaborado por la
Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Drogas (CICAD) advierte un
panorama aún más grave y funesto, esto es el alto nivel de uso de drogas entre
la población adolescente en los países de Latinoamérica, quienes tienen una
percepción muy baja sobre el riesgo que representa el uso ocasional de estas sustancias.
Para atacar el fenómeno de las drogas desde una
perspectiva de salud pública, primero es necesario ver la situación como una
enfermedad y por lo tanto no se ve en el encarcelamiento de los enfermos la
solución al problema, esto último así
está contemplado en la Ley de Narcomenudeo promovida por el expresidente Felipe
Calderón.
No obstante, a pesar de la existencia de esta
normativa que despenaliza la tenencia para consumo personal hasta ciertas
cantidades en nuestro país, como ya lo he mencionado en este mismo espacio,
ciertas prácticas no han desaparecido y existen espacios para la
discrecionalidad de la policía que continúa deteniendo a usuarios, a quienes en
algunos casos se les ha acusado de delitos graves para justificar la detención,
como el narcomenudeo.
El fenómeno de la farmacodependencia entre la
población se ha convertido en uno de los pocos problemas que han penetrado
todos los campos vitales de la sociedad mexicana, más aún si los consumidores
son apenas adolescentes. La producción, el comercio, el trasiego y el consumo
de narcóticos ilegales es comparable a un cáncer que crece y se disemina por
todas las redes y los tejidos sociales.