Con independencia de los resultados obtenidos por la selección mexicana, y también de la calidad de futbol que desplieguen tanto el equipo nacional como el resto de los competidores, el Mundial de Futbol de Catar 2022 parece destinado a convertirse en la Copa más desangelada, además de politizada, de cuantas se han celebrado en la historia.
Las razones son muchas. Se puede hablar de la pésima organización in situ, que dejará mal sabor de boca a cientos de miles de visitantes del mundo defraudados por el alojamiento contratado e inexistente, o las restricciones extremas para la celebración en Catar. Se puede señalar, con razón, la cuestionable elección de un país sede que ni siente el futbol ni está integrado, culturalmente hablando, al mundo del siglo XXI. El trato en Catar a las mujeres, parte fundamental desde hace tiempo y cada vez más, de la fiesta del futbol, es inaceptable. También se puede hablar de la política y cultura homofóbica de aquel país, manifestada en prácticas mucho más importantes y cuestionables que un grito tan estúpido como intrascendente en la tribuna.
Todos esos factores cuentan mucho, pero lo que en realidad no ha permitido al mundo conectarse con el Mundial de Catar 2022, lo que impide ese gran tiempo fuera global que ocurre cada cuatro años y pone al globo en modo futbol, es el negocio de la televisión.
LA TELEVISIÓN ANIQUILA AL FUTBOL
El que fue el gran aliado de la FIFA para globalizar el futbol y convertirlo en el deporte más popular del mundo y el mayor de los negocios del entretenimiento también, hoy aparece como un dinosaurio que atenta contra el torneo, su popularidad y su trascendencia. A partir de la compra exclusiva de derechos y su vinculación con la Federación propietaria del torneo de la Copa del Mundo, la televisión de paga, la satelital en México, le arrebató a los ciudadanos de prácticamente todas las naciones, la posibilidad de seguir la competencia completa, día a día y no solo de forma esporádicamente, cuando juega la selección de su país. Eso, que parece inocuo porque los no futboleros consideran imposible ver tanto futbol en un mes, está evitando que las aficiones se conecten plenamente con el torneo, pues en el modelo actual de cobertura, resulta imposible seguir a cualquier equipo con propuesta interesante, además de la selección del país propio, a menos que en México sea Usted suscriptor del anquilosado, ineficiente, costoso y poco atractivo sistema de televisión satelital, Sky, propietaria única de los derechos para transmitir todos los partidos del evento.
A una semana de haber arrancado la competencia y con todavía tres por delante hay lecciones que los dueños del torneo, que no son los dueños del balón, deberían aprender.
1.- El Mundial no solo es una competencia deportiva de nacionalismos como muchos creen. Los aficionados han demostrado cada cuatro años, desde hace tiempo, que el Mundial es el gran festín del futbol más emocionante y sorpresivo del mundo deportivo. El aficionado que ya no sigue puntualmente el futbol de su país porque le parece de pobre calidad, o poco competitivo porque siempre está dominado por los mismos equipos, se conecta al Mundial porque ahí redescubre la competencia y conoce a las estrellas emergentes, porque ahí se despiden los grandes ídolos, porque ahí se disputan la copa 6 o 7 candidatos y porque siempre, siempre, existen historias de equipos cenicienta que derritan a algún gigante. Por todo eso los aficionados quieren acceso a todos los partidos.
2.- El problema no es de dinero, sino de una pobre visión y una mala gestión del negocio desde la FIFA. Los aficionados no se niegan a pagar por ver futbol. No están en contra de su comercialización porque, en general, comprenden que es un deporte profesional y, por lo tanto, un negocio. Pero lo que no admiten, no hicieron y no harán, es cambiar su sistema de TV de paga ya contratado, y del que depende normalmente su servicio de internet y telefonía fija, para acceder a la transmisión de un evento que dura solo un mes cada cuatro años. En este caso, la FIFA o las empresas que compraron derechos de transmisión en exclusiva, sobreestimaron la vocación de una afición que sin duda disfruta y quiere seguir el evento, pero tiene bastante claro que el deporte, en este caso el futbol, es lo más importante de lo menos importante.
EL FUTBOL EN LOS TIEMPOS DE LA RED
3.- En el mundo de la Televisión Digital Terrestre, de las redes de fibra óptica, por supuesto de la Internet y de la televisión vía streaming, resulta ridículo que, para tener acceso a todos los partidos de un torneo, se deba contratar una suscripción de televisión satelital, con un plazo forzoso de al menos un año de duración y un servicio bastante pobre. Esa es la realidad en México y, por lo que se ha podido averiguar, en muchos otros países del mundo donde el Mundial de Catar solo se ve parcialmente, a menos que ya se tenga un contrato con los dueños de los derechos de transmisión, o se acceda a ser coaccionado con la contratación de un servicio amplio de TV de paga por un año, para ver un torneo de apenas un mes.
4.- La FIFA, y la empresa Sky en el caso de México, han hecho un mal negocio. Los dueños del Campeonato Mundial apostaron por el menor esfuerzo y atentaron contra sus finanzas y contra su producto. Lo hicieron al entregarle a Catar, país sin infraestructura turística ni tradición futbolera, la sede del Mundial 2022, a cambio de sobornos probados y documentados, a Joseph Blatter, a Michel Platini y a Julio Grondona por lo menos. Pero también se equivocaron al entregar los derechos, en exclusiva, a empresas de televisión de paga, pues afectaron la difusión global del torneo más importante del mundo, cuando por rentabilidad de largo plazo, eso es lo que primero deberían cuidar.
La televisión por Internet tiene más de 12 años en el mercado mundial. Si la FIFA hubiera estado al día, habría ganado mucho más dinero comercializando este, y por lo menos el anterior campeonato Mundial, a través de una aplicación de transmisión por la red de redes. Al mismo tiempo habría puesto al alcance de prácticamente todo el mundo, el seguimiento, en tiempo real y con paquetes de diferente precio y cobertura, o a la carta, su gran evento desde Rusia 2018 y ahora, en Catar 2022.
Pero el futbol soccer se caracteriza por ser, no solo el más popular, también el más oscuro y el peor administrado de los deportes. Las ligas profesionales de prácticamente todos los países están integradas por equipos pobres y ricos y eso se debe a la inequitativa forma de distribución del dinero que genera cada liga, lo que se traslada a la falta de competitividad interna de la misma, pues los equipos ricos siempre tienen ventajas sobre los equipos pobres. Ese defecto, en México y otros países como España e Italia, deriva de la injerencia de las empresa televisión en el futbol, que llega hasta el punto de ser propietaria de equipos profesionales, en abierto conflicto de intereses y en detrimento del futbol y sus aficionados.
Esa misma forma, silvestre y mafiosa, de entender el negocio, que a la larga aleja a la gente de los estadios, como en México, por la falta de espectáculo y además provoca la quiebra, en el largo plazo, de los equipos más pobres en todos los países, se ha trasladado a la comercialización de las transmisiones del Campeonato Mundial de Futbol.
Si la FIFA tuviera una visión incluyente más allá de su hipócrita discurso, ni siquiera habría tenido que inventar nada. Para entender el presente y el futuro habría sido suficiente voltear a la NFL, su gran competidora, a la NBA, a la renovada Fórmula 1 que ahora cosecha nuevos fanáticos en todo el mundo, o a las plataformas digitales como Netflix, Amazon Prime, HBO+ o Disney Plus entre otras. Desarrollar una aplicación para transmitir y comercializar, vía streaming, el Campeonato Mundial de Catar 2022, habría abierto el acceso a todos los partidos para todo el mundo, pero también habría abierto las carteras de todos los futboleros del orbe, pues cada uno habría contratado, a un precio razonable pero escandalosamente rentable para la FIFA, los partidos que quisiera y pudiera seguir, y no los que un grupo de ejecutivos de la televisión de paga, con sus propias agendas, le acabaron imponiendo.
El único y muy pobre intento de streaming en México es Vix+, manejado por la misma televisión de paga, no integral y de contratación condicionada por la misma televisora, para conseguirle abonados a su propia plataforma, es decir, tan tramposo como intrascendente.
La FIFA pudo haber compensado su error de origen en la asignación de la sede al hacer de Catar 2022 un Mundial no solo cercano a todo el mundo por la vía del streaming, también el mejor comercializado y comercialmente el más exitoso de la historia. En lugar de eso, apostaron otra vez por su asociación mafiosa con la vieja y rebasada televisión, ahora de paga, dueña de las transmisiones en exclusiva y de equipos de futbol al mismo tiempo. Con ello garantizaron una forma de transmisión más elitista y deficiente que nunca, de la competencia más popular del deporte en todo el mundo. Una apuesta con la que, a la larga, todos pierden.
@EnvilaFisher