Javier Treviño
El Presidente firmó el viernes 29 de enero una iniciativa de
graves consecuencias para la nación. Seguramente su consejero jurídico lo
abordó, antes o después de la grabación de su video de YouTube, recorriendo los
pasillos de Palacio Nacional. Mientras que a todos nos decía que estaba
recuperándose y nos platicaba de sus gestiones sobre las vacunas, no nos
advirtió que enviaría una bomba al Congreso el lunes 1 de febrero.
El Consejo Coordinador Empresarial, y las doce
organizaciones del sector privado que lo integran, dieron a conocer ayer su
posición ante esta iniciativa preferente de reforma a la Ley de la Industria
Eléctrica.
El gobierno cruzó una línea roja y la respuesta de las
empresas no se hizo esperar:
1. El texto que el Presidente envió a la Cámara de Diputados
es contrario a los objetivos que el mismo gobierno se ha planteado. De ser
aprobado, se traducirá en un aumento del precio de todos los productos y
servicios que consumimos los mexicanos, y en un mayor costo fiscal por la
necesidad de subsidiar a la Comisión Federal de Electricidad.
2. La iniciativa intenta impedir, arbitrariamente, la
competencia en el sector eléctrico nacional, violando los derechos básicos de
la libre concurrencia y la certeza jurídica. Es inconstitucional.
3. Es inexplicable la presentación de esta iniciativa, sin
diálogo previo con los sectores afectados, pues abre un nuevo frente contra la
inversión, nacional y extranjera, en medio de la crisis provocada por la pandemia,
justo en el momento que requerimos mantener y generar empleos para la
recuperación económica.
4. El envío rompe la promesa del presidente López Obrador de
no reformar el marco jurídico del sector energético durante los primeros tres
años de su administración.
5. Abre las puertas a una expropiación indirecta de las
plantas privadas al cambiar el marco legal para generar un monopolio de la CFE
en el despacho de electricidad.
6. Atenta contra los compromisos internacionales, que
incluyen acuerdos comerciales y tratados sobre protección de inversiones y del
medio ambiente, como los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030
impulsada por la ONU y el Acuerdo de París. Esto generará que las empresas
afectadas inicien procesos de paneles, arbitrajes internacionales y denuncias
ante diversos tratados.
7. Viola la no retroactividad de la ley, dado que ninguna
norma puede ser ejecutada de forma retroactiva en perjuicio de un particular.
Esto tendrá un alto impacto en inversiones ya realizadas por empresas
nacionales y extranjeras, por lo que implicará indemnizaciones del Estado a
dichas empresas.
8. Contraviene las garantías de certeza jurídica, de debido
proceso y de contratación pública.
9. Este acto de autoridad modificaría, de manera unilateral,
los derechos de los particulares para cancelar permisos, renegociar o terminar
anticipadamente contratos públicos.
10. Va en contra de lo resuelto por el propio poder judicial
federal, ya que retoma las prioridades del pliego petitorio que la CFE presentó
a la Comisión Reguladora de Energía (CRE) en 2019, y que han sido suspendidas
definitivamente por el poder judicial mexicano, al considerar que podrían
violar derechos constitucionales de forma irreversible.
El CCE y las organizaciones del sector privado exhortaron al
poder legislativo a una reflexión profunda y a rechazar esta iniciativa, que es
inconstitucional.
Este caso pinta de cuerpo entero a AMLO
¿Por qué? Mientras que muchos de los que lo observamos
pensamos analíticamente, el Presidente piensa políticamente.
El pensamiento analítico se fundamenta en la evidencia y no
en las emociones. Nos hacemos preguntas. Vamos al detalle y a la metodología.
Investigamos y organizamos las ideas con precisión y claridad. Descomponemos
las partes de un problema para entender su estructura y cómo se
interrelacionan. Identificamos lo relevante y lo superfluo.
Formulamos hipótesis, replanteamos el problema, definimos
alternativas, opciones, con sus ventajas y desventajas, recomendamos cursos de
acción, prevemos caminos alternos en caso de que falle la recomendación.
La reflexión y el planteamiento de nuevas estrategias
permiten que se seleccione e implemente la decisión más adecuada.
El pensamiento político es diferente. Hace algunos años leí
el libro de Michael Freeden, “The Political Theory of Political Thinking”. Ahí
se formula la pregunta clave:
¿Qué es el pensamiento político? Freeden lo define:
“Determina políticas, construye y dirige planes y, de manera
más ambiciosa, proyecta visiones colectivas. Se expresa y transmite a través de
intensidades y habilidades de persuasión, retórica, emoción o amenaza que
impregnan el habla y la escritura y, en parte, la comunicación no verbal; así
como a través del silencio deliberado”.
Los intentos discursivos, argumentativos y expresivos de
ejercer el poder permean las otras cinco esferas del pensamiento político que
señala Freeden:
1. El autodefinido ejercicio incontestable de la toma de
decisiones como triunfo y afirmación de la capacidad y derecho de excluir de
consideración las reivindicaciones individuales y grupales, o subordinarlas a
criterios que emanan de la esfera política; o la supresión controlada de dichos
reclamos antes de su articulación.
2. Una lista de prioridades que busca ser indiscutible y la
eliminación de otras prioridades.
3. La expresión, la obtención o la utilización del flujo de
consentimiento, aquiescencia u oposición hacia sistemas, procesos, grupos y
líderes políticos.
4. La regulación, estipulación o dislocación de las
relaciones sociales espaciales entre grupos.
5. El intento de control sobre el tiempo social futuro.
Mientras que muchos de nosotros pensamos analíticamente, el presidente
de México piensa políticamente. Tal vez por eso se genera la frustración
generalizada. La tarea de gobernar es tomar decisiones.
Lo que el Presidente decide hacer y no hacer nos muestra, en
gran medida, su estrategia. La calidad del pensamiento que está detrás de esas
decisiones es lo que determina la calidad de la estrategia.
El Presidente está tan ocupado con las elecciones que tal
vez no se ha puesto a examinar cómo piensa sobre las decisiones estratégicas
para el país. Apenas enfrenta un problema o reto nuevo, inmediatamente nos
cuenta una referencia histórica, infiere lecciones y trata de aplicarlas ante
la situación. A eso se le llama razonar por analogía. Una analogía siempre es
poderosa, pero también tiene defectos y conduce a cometer errores.
Tal vez, en la 4T se sienten cómodos con las analogías
porque así no tienen que entender cada aspecto del problema. Ponen atención, y
hacen que “el pueblo” ponga atención, en sólo un aspecto del problema y usan
las lecciones del pasado para aplicarlas a los problemas del presente.
El peligro es usar una analogía sobre la base de una similitud
superficial. Porque una vez que una analogía se incrusta en la mente del
tomador de decisiones, y de su equipo cercano, es muy difícil desecharla. Peor
aún si el tomador de decisiones está vinculado emocionalmente con la analogía,
como lo es la nacionalización de la industria eléctrica del presidente Adolfo
López Mateos.
Adicionalmente este problema se refuerza con la tendencia
del tomador de decisiones de buscar información que confirme lo que él piensa y
a ignorar los datos contradictorios. Desde la perspectiva de sus colaboradores
cercanos, el Presidente siempre está en lo correcto.
El riesgo que corremos es que su pensamiento político se
convierta en pensamiento soberano.