Otra vez el sur también existe para el gobierno de la “Cuarta Transformación”. Otra vez a mirar a Centro y Sudamérica e intentar la recuperación del proyecto que se planteó desde que Andrés Manuel López Obrador ganó la Presidencia de México: polos de desarrollo económico y social para contener la migración hacia el norte. Lamentablemente el tiempo se le agotó y a 24 meses de gobierno efectivo, poco se podrá alcanzar.
La semana pasada, el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció que del 5 al 9 de mayo evaluará los programas “Sembrando Vida” y “Jóvenes Construyendo el Futuro”, a los que nuestro gobierno ha destinado millonarios recursos y que son sus proyectos ejemplos para. Después de la representación de la emblemática Batalla de Puebla, a cargo de la Sedena, el mandatario mexicano se va en vuelo comercial a Guatemala, luego con avión de la Fuerza Aérea a El Salvador, Honduras, a Belice y de ahí a Cuba, donde no tiene ningún programa, pero sí hay interés de cooperación.
Una gira sorpresiva y extraña porque no va con los mandatarios de las naciones hermanas e ideológicamente cercanas a la 4T, sino por el contrario, con algunos que ha tenido relación difícil, como Nayib Bukele, “el presidente más popular del mundo”, quien en semanas anteriores ha endurecido las medidas contra las pandillas y el cártel de los mareros detenidos, recibiendo condenas de organismos internacionales de derechos humanos, y quien durante la pandemia de la covid- 19, fue duro crítico a las disposiciones de la Secretaría de Salud de México. Ni qué decir de Honduras, la tierra de la esposa de Ebrard, Rosalinda Bueso, donde opositores han acusado de que funcionarios y narcotraficantes mexicanos habrían intervenido en sus elecciones presidenciales, además de un contexto en que acusan al ex presidente Juan Orlando Hernández de crimen organizado.
Pero, algo más hay en esta gira, pues se desarrollará en la coyuntura internacional de la guerra de Rusia contra Ucrania, en la cual hay gran expectativa si los Estados Unidos entran o no a intervenir y con ello atizar más el conflicto, pues los grupos duros estadounidenses consideran que las sanciones económicas no han sido suficientes para contener la furia de Vladimir Putin. De ahí que haya voces de peso e influencia de nuestro vecino del norte que exigen mayor compromiso de los socios y aliados de su país, como México, porque observan a nuestro gobierno junto al de Argentina y Brasil como blancos y ambivalentes frente a Rusia.
Más aún, rumbo a las elecciones estadounidenses en que se renovará la Cámara de Representantes, algunos senadores y gubernaturas, líderes demócratas y republicamos han colocado a nuestro país en el centro de los temas críticos y de su preocupación, desde violaciones al T-MEC, la blanda posición frente a la invasión rusa, el respeto a los derechos humanos, a las instituciones autónomas, la libertad de expresión y los asesinatos de periodistas, la corrupción, la violencia del narcotráfico; acusándonos unilateralmente en el tráfico de drogas y las oleadas de migrantes centroamericanos, como si ellos no tuvieran ninguna corresponsabilidad en el consumo de estupefacientes, de tener una sociedad altamente adictiva y como si no supieran que fueron las medidas de sus gobiernos, con las intervenciones en defensa de dictadores y guerras civiles los que provocaron la crisis humanitaria centro y sudamericana
Y por si algo faltara, pues Donald Trump, quien busca su retorno a la Casa Blanca aprovechando la debilidad de Joe Biden, ha vuelto la carga contra nuestro país y de paso con declaraciones poco amables a nuestro presidente y el canciller sobre el programa “Quédate en México”, el cual, según él amenazó y dobló a nuestro gobierno. Claro, la controversia se desató generando varios jaloneos tuiteros en que el semi ausente Canciller Marcelo Ebrard negó tal situación, pero Martha Bárcena, ex embajadora de México en Estados Unidos, también participó en el debate y apuntó que “Quédate en México” fue negociado y aceptado por Ebrard a través de su ex consultor y actual diputado del Partido Verde, Javier López Casarín desde noviembre de 2018, por lo que recomendó la lectura de Border Wars (Guerras Fronterizas), de los periodistas Julie Hirschifield y Michael Shear.
Si bien nuestro presidente ha dicho que México no será piñata de nadie, en la agenda política estadounidense nuestro país sí lo está y cada vez son más duras las críticas a los funcionarios y legisladores mexicanos y no sólo la advertencia de retirarle la visa a algunos. Ahora estamos como país en la lista de los problemas que reditúan políticamente a los dos partidos predominantes.
La gira por Centroamérica, además, se desarrollará cuando las coyunturas nacional e internacional requieren mensajes políticos claros. En lo local, por el timing en que se está dando la carrera presidencial, pues Marcelo Ebrard ha sido opacado y relevado del protagonismo “apaga fuegos” por el titular de Gobernación Adán Augusto López y hasta se habla de que podría salir del gabinete para trabajar más a gusto su proyecto político.
Hacia lo exterior, servirá para recuperar un poco la narrativa y a tratar de reiterar el proyecto para la región dibujado por Andrés Manuel López Obrador desde que era funcionario federal en la década de 1970: un plan Marshall para Centroamérica apoyado no sólo por México sino por Estados Unidos y Canadá, pues los países de la región han sufrido el intervencionismo estadounidense y políticas equivocadas como orígenes de la violencia, la inseguridad, la corrupción y la deuda social muy lacerante.
Las propuestas del presidente Andrés Manuel López Obrador buscaba sentar las bases para poner fin a la crisis humanitaria centroamericana: Sembrando Vida y Jóvenes Construyendo son apenas un pequeño esfuerzo que no ayudará en mucho, pues sólo cuenta con financiamiento mexicano, ya que ni EEUU ni Canadá se comprometieron en aportar algo. Las otras acciones son continuidad del Plan Puebla Panamá foxista (Ferrocarril Maya ahora Tren Maya) y la Iniciativa Mérida del calderonismo (Policía Federal ahora Guardia Nacional). La diferencia sustancial del actual sexenio con los anteriores es que con la “Cuarta Transformación” nuestro país no está del todo sometido a las condiciones ni certificaciones de los Estados Unidos o Canadá, quienes buscaban alinear a nuestro país a sus políticas de seguridad hemisférica. Quizá por esta razón el gobierno estadounidense sólo ha otorgado apoyo al Transístmico y ni un dólar al Tren Maya ni la refinería de Dos Bocas, ni a ninguna de las otras acciones del gobierno mexicano en la región.
Ahora se sabe de la disolución de una unidad de élite que trabajaba en investigaciones de narcóticos con Estados Unidos por estar corrompida, según se informó; y antes, en 2019, se canceló el Programa para el Desarrollo de las Capacidades en Contra del Crimen de México y Canadá. Ambas instancias habían sido las fuentes de apoyo y condicionamientos principales de Estados Unidos y de Canadá a México en materia de seguridad.
Ahora, como suele suceder, dependiendo qué mensajes se den en esta gira vendrán seguramente más presiones de los legisladores y algunos funcionarios estadounidenses. Esperemos entonces que nuestro presidente sepa responder, con diplomacia, conocimiento de causa y con exigencia clara y precisa para que EEUU y Canadá asuman los costos de la crisis humanitaria de la región, además de que la visita a Cuba tenga algún efecto positivo para los mexicanos, en lugar de recibir nuevas ofensivas de nuestros socios y vecinos del norte que no mirarán con buenos ojos lo que allá suceda y se diga.
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