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UNAM: sucesión sin piso parejo

por Redacción
11-10-2023

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UNAM: sucesión sin piso parejo

 

Según el reporte de Laura Toribio, publicado en Excelsior el 11 de octubre, Patricia Dávila y Leonardo Lomelí son dos de los candidatos a la Rectoría de la UNAM que más visitas han hecho a las diferentes escuelas, facultades e institutos de la universidad, para presentar su plan de trabajo y promover su candidatura. En otras palabras, son quienes más actos de campaña realizaron en la primera etapa del proceso que recién culminó.

 

El hecho, que podría parecer una virtud en ambos aspirantes, revela otra característica de la iniquidad de un proceso para el que Enrique Graue, el rector, prometió un piso parejo que no ha existido. Contra la oferta del oftalmólogo, el proceso está plagado de acciones, omisiones y hasta operaciones, inequitativas y tendientes a sesgar la opinión sobre los candidatos, y por lo tanto la decisión que deben tomar los 15 integrantes de la Junta de Gobierno.

 

Patricia Dávila ha sostenido 50 encuentros con diferentes entidades académicas, facultades e institutos de la UNAM básicamente para promoverse, y Leonardo Lomelí ha celebrado 27 reuniones de este tipo, exactamente con el mismo fin.

 

Ambos, Lomelí y Dávila, son integrantes del equipo del rector Enrique Graue. Ambos se han promovido desde la comodidad, y la ventaja también, que representa estar instalados y operando en las amplias y seguras oficinas de la Torre de Rectoría. Dávila fue la primera, antes de que iniciara el proceso de auscultación incluso, en asumirse y presentarse como virtual candidata; lo que podría encuadrarse como un acto anticipado de promoción y campaña, tolerado, permitido y quizá alentado, por el propio rector Enrique Graue.

 

Ambos, Dávila y Lomelí, se han dedicado a hacer campaña en horas de trabajo y han dejado de hacer su trabajo. Por eso, porque han hecho a un lado sus responsabilidades, pero siguen cobrando el cheque de su salario y compensaciones, han tenido el tiempo para celebrar tantas reuniones, actos de campaña, con comunidades académicas y científicas de la UNAM.

 

El costo de esa operación de autopromoción en horas de trabajo ya está a la vista: la UNAM tiene, otra vez y a unas semanas de que se anuncie el nombre de su próximo rector, o rectora, varias escuelas y facultades en paro o funcionando bajo amenaza. La plaga de chinches inexistentes provocó detención de clases y trámites en más de ocho facultades y escuelas la semana pasada, Química, Veterinaria y Economía fueron solo algunas. El martes 10 de octubre, grupos de encapuchados tomaron la FES Acatlán y la Facultad de Contaduría y Administración, además de que los Colegios de Ciencias y Humanidades también estaban en paro.

 

Nada de lo que hoy ocurre en la UNAM es casualidad. Todo está vinculado a su proceso de sucesión. Mientras Leonardo Lomelí, el secretario general y responsable e la gobernabilidad y estabilidad de la institución, está dedicado a su campaña por la Rectoría, las tomas de facultades y escuelas, la interrupción del trabajo diario, se detiene por capricho de unos cuantos, encapuchados o no.

 

Pero la culpa no la tiene el indio, sino el que lo hace compadre. Lomelí y Dávila, igual que otra media docena de aspirantes, han aprovechado lo que su jefe, Enrique Graue, les permitió hacer: campaña y promoción personal en horas y días de trabajo. Las consecuencias del proceder de un rector que ha eliminado la equidad porque parece decidido a manipular a la Junta de Gobierno y nombrar sucesor, ya están sobre la mesa.

 

El piso parejo es lo único que no ha existido en el proceso de sucesión de la UNAM y quienes conocen la universidad por dentro, lo tienen bien claro.