Mauricio Valdes
Las vacunas son evidencia de la mundialización. Surgieron
para responder al reto de la muerte colectiva. Los primeros esfuerzos datan del
Siglo XIV, cuando se tiene registro del fallecimiento de un tercio de la
población europea, por la llamada peste negra, viruela o “variola”, traída a la
Nueva España durante la conquista, que afectó fatalmente a mucha de la
población nativa, aquí denominada “hueyzahuatl”, factor determinante para la
conquista. Hasta finales del siglo XVIII la vacunación llegó a la Ciudad de
México.
Desde los ensayos del inglés Edward Jenner, llamado el
“padre de la inmunología” por impulsar la posibilidad de erradicar la
enfermedad que mataba a miles de personas, se le reconoció como uno de los
principales avances de la medicina. Ocupan también lugar histórico por sus
aportaciones Robert Koch, considerado padre de la microbiología, quien gracias
a sus descubrimientos se logró identificar y combatir a los organismos
responsables de la difteria, la neumonía, la gonorrea, la lepra, el tétano y la
sífilis, entre otras. Así como George Miller Sternberg y Louis Pasteur. Ahora
Katalin Karikó a quien se debe la investigación de las nuevas vacunas para el
COVID-19.
Hoy se enfrenta al desafío del coronavirus, que arrasa todos
los días en la mayor parte del mundo, se registren o no los contagiados, los
fallecidos, y aunque parezca menos relevante, los afortunadamente recuperados,
cifra nada despreciable, mucho mayor que los fallecidos. La historia nos
alienta. La ciencia siempre ha derrotado a los virus y bacterias. Los daños que
deja el coronavirus es creciente y mayúsculo.
Persiste la controversia sobre la seguridad de las vacunas,
su tecnología, su eficacia, su duración, su costo, sus efectos y riesgos, así
como el suministro de una o dos dosis, la difusión veraz de sus resultados, y
como siempre los países favorecidos, frente a los olvidados. Todos con la
esperanza de que llegue pronto.
Me quedo con la duda si en México, nuestros científicos han
sido alentados y apoyados para la investigación respecto de una vacuna
mexicana. Porque en muchos países se difunden esfuerzos. Recientemente leí la
entrevista del prestigiado virólogo Luis Enjuanes del Centro Nacional de
Biotecnología de España, que anuncia podría tener una vacuna intranasal, que es
por donde entra el contagio, para finales de este año, quien apunta será una de
las vacunas más potentes, porque con una dosis sería suficiente para la
inmunidad más duradera que las conocidas. Reconoce que cada una de las vacunas
tiene ventajas y desventajas, porque todas siempre serán perfectibles.
Pandemias han existido y lamentablemente seguirán,
afortunadamente los científicos han existido y existirán para combatirlas.
Esperemos que en México les demos el reconocimiento y apoyo indispensable para
que cumplan con su misión. ¿Alguna novedad CONACYT?