En Contexto
Luis Acevedo
Pesquera
Una de las
funciones de los gobernantes es la de generar optimismo entre los ciudadanos, pero
sin mentiras. Especialmente frente a episodios catastróficos y eso es lo que el
presidente Andrés Manuel López Obrador intentó al ofrecer verdades a medias en
materia de crecimiento económico en el marco de la pandemia.
Al finalizar
octubre, informó emocionado que al tercer trimestre del año el Producto Interno
Bruto (PIB) creció 12 por ciento que refleja que “estamos ya creciendo, se
cumple nuestro pronóstico de que íbamos a caer por la pandemia y que íbamos a
recuperarnos pronto, que iba a ser una V” y se fue de largo para rebatir a los expertos
que hablaban de una recuperación de actividades en forma de L.
Encarrerado con
el dato positivo, el mandatario sacó su mejor gesto de sorna para sentenciar
como lo haría un experto economista que el resultado descrito tenía que ver con
su pronóstico: “caímos en el segundo trimestre y de ahí (es que ya) se da una
recuperación del 12%”. Tal como él lo había pronosticado.
Su dicho es una
verdad, pero a medias.
En realidad el
PIB si bien avanzó 12.0 por ciento durante el tercer trimestre del año comparado
con el resultado alcanzado en el segundo trimestre. Pero si la comparación se
hace de la manera correcta, esto es a tasa anual, vemos que la economía
actualmente es 8.6 por ciento más pequeña con relación al tamaño que tenía en el
tercer trimestre de 2019, lo que es un triste reflejo del deterioro productivo
nacional.
No precisó que
el avance logrado se debió básicamente por las actividades agropecuarias,
contenidas en el sector primario, que mantuvieron una tendencia de crecimiento,
ahora de 7.4 por ciento, ni dijo que esto es porque desde antes del inicio del
actual régimen han sido el principal soporte del país en función de su
distanciamiento de los efectos de la COVID-19.
Tampoco
aprovechó para decir que el sector secundario, en donde está la industria, ya avanzó
22.0 por ciento gracias a la reactivación de las exportaciones; ni tampoco
alcanzó a reconocer que el sector terciario, con el turismo y el comercio, logró
crecer un magro 8.6 por ciento, con relación al trimestre anterior.
Con generalidades,
sin datos y sin análisis, el presidente aseguró que su estrategia contra los
efectos derivados de la emergencia sanitaria” ha funcionado, debido a que se ha
tratado de atender la pandemia, a la par de la economía nacional”.
Su afirmación
resultó contraria a la realidad porque la caída de 8.6 por ciento, entre el
tercer trimestre de 2020 contra el de 2019, muestra que con todo y su
“estrategia” la economía mexicana acumula 6 trimestres consecutivos con
variaciones negativas a tasa anual, que confirma la franca recesión en que se
encuentra el país con todas las consecuencias que eso significa.
Pero todavía
más, la información oportuna del Producto Interno Bruto del INEGI que dio a
conocer el presidente muestra también que la contracción anual acumulada para
los primeros tres trimestres del presente año es de -9.6 por ciento a tasa
anual y confirma que las medidas identificadas como “estrategia” por el
gobierno de la Cuarta Transformación no han resultado lo suficientemente efectivas
para construir la percepción de un optimismo económico que se desvanece en el
aire.
La ocasión
corroboró que la mayoría de los gobernantes se desviven por informar con verdades
a medias, algunos en una noble intención de evitar el pesimismo, aunque más probablemente
porque oyeron por ahí que Nietzsche dijo que la mentira es una condición de la
vida.
Entonces
creyeron que eso era una buena idea porque no son capaces de entender lo que
significa el contexto de las cosas y tampoco alcanzan a dilucidar que las
verdades a medias siempre resultan en mentiras completas.
Pero con la
realidad económica, lo mejor es decir vamos mejor, pero estamos mal.
@lusacevedop