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Virgen a los 30

por Redacción
08-10-2021

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En los últimos años, no es extraño que acudan a la consulta de Lasexologia.com personas (tanto hombres como mujeres) preocupadas porque nunca han tenido relaciones coitales, «son vírgenes» y cuentan ya con 30 años o más.

En la mayoría de los casos, estas personas se perciben a sí mismas como “una rareza”. Se sienten inmersos en una sociedad les transmite constantemente el mensaje de que todas las personas de su edad han tenido relaciones de penetración, y que de hecho, las tienen constantemente. Imaginan que el resto del mundo ha tenido experiencias muy agradables, ha disfrutado de su sexualidad en pareja, y son amantes competentes y experimentados. Justo lo contrario de lo que se sienten ellas o ellos.

En muchos casos, esta inseguridad, que aumenta conforme aumenta su edad, les dificulta el acercamiento a otras personas que les gustan o les atraen. No es extraño que se inhiban en situaciones de cortejo, y que eviten los contactos eróticos que puedan dar lugar a una relación que implique de alguna forma lo genital. A veces temen que la otra persona note que no tienen experiencia, ya que les da cierta vergüenza admitir que no han hecho nunca el coito. Otras veces, temen resultar torpes o poco hábiles. En ocasiones comentan que “tienen miedo de quedarse paralizados, y de no saber qué hacer, o cómo seguir”.

Los hombres, en muchos casos, se muestran preocupados porque su pareja los considere “malos amantes”, por no saber cómo hacer que disfrute la otra persona, por tener algún problema con la erección o la eyaculación, o porque su pareja note su inexperiencia. Piensan, especialmente los hombres heterosexuales, que si su pareja (mujer) descubre que no han tenido relaciones coitales con su edad, los considerará poco atractivos, o “raros”.

Las mujeres que acuden a consulta preocupadas por este motivo, también se sienten diferentes a las demás, y más inseguras. No es infrecuente que manifiesten cierto miedo a sentir dolor en el coito. En ocasiones también les preocupa ser consideradas “amantes poco competentes”, aunque esta preocupación se da en menor medida que en el caso de los hombres, a los que se asigna con mayor frecuencia el rol de “experto” o “director” del encuentro erótico. Sí que suelen afirmar sentirse como “bichos raros”.

Lo cierto es que las biografías sexuadas de las personas son enormemente variadas. Cada persona tiene su propia historia con la sexualidad, que es tan particular y única como su rostro. Como ya sabemos, lo considerado “normal” o “anormal” varía de una sociedad a otra, de un momento histórico a otro. Por tanto, en sexualidad, nadie es “un bicho raro”, simplemente somos diferentes y únicos.

También cabe señalar que el hecho de iniciarse antes en las relaciones coitales o de penetración, no implica necesariamente que se vayan a disfrutar más, o que la persona tenga más posibilidades de vivir una sexualidad satisfactoria. Lo realmente importante es que, lo que se haga a nivel sexual, se haga con deseo, porque realmente queremos hacerlo, con una persona que nos guste y con quien nos sintamos bien, y en unas condiciones adecuadas (que implican también, el cuidado mutuo de nuestra salud).

De la misma forma, el hacer antes o después tal o cual práctica erótica (incluido el glorificado coito), no implica necesariamente que la persona tenga un mayor conocimiento de sexualidad o que sea mejor o peor amante. El que una persona disfrute con otra tiene que ver con muchos factores, tales como el deseo que tengan ambos de ese encuentro, que lo que haga se corresponda con sus preferencias, que exista cierta capacidad para comunicarse de forma positiva (pedir y decir que no a lo que no se desea…), que exista sensibilidad hacia los deseos y gustos de la otra persona, que exista cierto nivel de confianza y ambos se encuentren cómodos juntos… a veces también, la ausencia de prisas, una cierta actitud lúdica, el sentido del humor, y el interés por los gustos y preferencias de la otra persona, tienen mucho que ver con el placer que experimentan juntas. Las experiencias previas no son, desde luego, el factor de más peso (a no ser que hayan resultado traumáticas, en cuyo caso estaríamos hablando de otro tipo de problemas).

La sexualidad que comparte una pareja, es algo que se crea y se construye a lo largo de los encuentros que van teniendo, y no sólo de los encuentros de penetración, o de los encuentros genitales. De los encuentros corporales e íntimos en general, e incluso, de la armonía y el ambiente emocional que son capaces de crear juntos. En cierto modo, aprender a compartir la sexualidad con una persona es como aprender a bailar con una pareja determinada. Habrá que conocer sus ritmos y sus movimientos, sus gestos y sus gustos. Así como los propios. Dando tiempo, también, a que este conocimiento se vaya construyendo.

Las relaciones de penetración son, además, sólo un plato de un menú muy variado, donde la sexualidad ofrece muchas posibilidades, y donde todo el cuerpo puede ser fuente de placer.

Por tanto, el hecho de que una persona no haya tenido relaciones de penetración a los 30, o más, no la desmerece en nada. Ni le resta oportunidades para disfrutar de su sexualidad en compañía, o tener pareja si así lo desea. Realmente, no son tan escasas las personas que se encuentran en estas circunstancias. Tal vez, abordar la cuestión con las posibles parejas, con sentido del humor y quitándole hierro al asunto, sea una forma adecuada de enfocarlo. No obstante, para aquellas personas que se sientan muy inhibidas o preocupadas por esta cuestión, el apoyo de una sexóloga o un sexólogo, suele ofrecer buenos resultados.