Felipe
León López
Al
cierre de este artículo, en México el número de casos confirmados de COVID-19
llegó a los 629 mil 409; los decesos, por su parte se ubicaron en 67 mil 326,
según datos del director general de Promoción a la Salud. Mientras,
instituciones de investigación y especialistas consideran que las cifras
estarían muy por debajo del impacto real de la peor pandemia que ha enfrentado
el país en su historia.
A
pesar de que las cifras de muertes y contagios están en su punto más alto y la
credibilidad en las autoridades de salud es crítica, débil y cuestionada, la
movilidad de las principales ciudades del país va aumentando día con día y con
desesperación al grado de estar igual a antes de la pandemia, según datos de
las propias autoridades. De las 32 entidades federativas, sólo los estados Yucatán,
Quintana Roo, Campeche y Nuevo León, registran -50 en el índice de actividad
pública.
En
el registro de sentimientos de los mexicanos sobre la pandemia también ha
cambiado respecto a la reactivación económica y sus riesgos. En julio pasado,
según Beltrán y Asociados, 59 por ciento” creía que la reapertura de
actividades ha provocado muchos rebrotes de coronavirus” y por ello la
autoridad debería ser más estricta para el confinamiento y en medidas como usar
cubrebocas. En septiembre, El Financiero destacó que “por primera vez en los
últimos cinco meses, el coronavirus se ha dejado de percibir como el principal
problema que enfrenta el país, al bajar de 40 por ciento en julio, a 25 por
ciento en agosto, cediendo el lugar primordial a la economía y el desempleo,
con 35 por ciento de menciones”.
“El
mejor presidente en el peor momento” dicen los aduladores del gobierno. “El
peor presidente en el peor momento” reiteran los agoreros para pronosticar el
peor de los mundos. Más allá de ello, estamos en la antesala de negociaciones
del Presupuesto de Egresos de la Federación 2021 y el titular de Hacienda ya
informó que el gobierno mexicano enfrenta la peor crisis económica desde 1932 y
que el 2021 prácticamente será un año austero y sin mucho margen de maniobra.
Mientras eso pasa, una vez el pragmatismo presidencial se impone en la Cámara
de Diputados, donde ya opera el bloque PRI- MORENA, negociarán y pondrán los
puntos finos al PEF2021.
El
acuerdo en la Cámara de Diputados es más allá de una coyuntura para un cargo
sin relevancia. En realidad, parece responder a la lógica de sumar a quienes
tienen control y poder en el territorio nacional, pues el PRI gobierna 11
estados de la República y MORENA seis, pero con dominio en 20 congresos
locales. Sin embargo, también se perciben dos intereses político-partidistas:
por un lado, disuadir cualquier intentona de una alianza opositora entre PRI y
PAN-MC-PRD, y por el otro, el riesgo de excluir a los gobiernos del PAN (11),
PRD (1), el independiente (1) y de MC (1) de lo contendrá el paquete
presupuestal. Un ambiente político difícil que requiere de políticos de mucho
talento para evitar crispaciones y dilaciones en la entrega de recursos que
tanto urgen para la federación y las entidades.
Por
si algo faltara, las predicciones de qué vendrá después de la pandemia, más
allá de las declaraciones entusiastas de que la entrega de dinero a los
sectores pobres de la población para paliar la violencia tanto del crimen como
movilizaciones sociales, el mundo está detectando nuevas expresiones que pueden
salirse de control y que están ubicadas en el plano del ultraconservadorismo,
que lo mismo van contra las vacunas que contra confinamientos o cubrebocas o
invocan a asumir doctrinas de fe de todo tipo.
“Hay
personas promoviendo que lancemos a nuestros abuelos al matadero, que los
sacrifiquemos en el altar del capitalismo”, Ekemini Uwan, teóloga pública y
copresentadora del podcast “Truth’s Table” en un análisis sobre la situación de
la enfermedad del covid-19. En México, por supuesto, siguen muchos negando la
existencia del virus y otros más, retándolos a que “si me toca, que pase lo que
tenga que pasar”.
La
pandemia nos hizo pensar que iríamos a un nuevo orden económico y social que
buscara resolver la crisis de desigualdades, pues es claro que los más pobres
fueron quienes más murieron por falta de la atención médica, quienes más están
sufriendo las divisiones de clase y los peores salarios, además de estar en
situación de desempleo y subempleo durante y posterior a los confinamientos.
El
problema para México es grave y nuestros gobernantes no están sopesando a fondo
qué debe hacerse y cómo enfrentarse a una realidad que está rebasarnos a todos.
Cuestión de darse la vuelta por las calles donde estaban los negocios de
costumbre, los restaurantes, los bares y gimnasios, de observar como en las
esquinas cada vez observamos a más jóvenes y familias pidiendo dinero a cambio
de limpiar el parabrisas o vender dulces o cigarros. Es la cara que comienza a
asomarse por el cierre de cientos o miles de micros, pequeños y grandes
empresas.
Los
relatos, textos y escenarios apocalípticos de la pandemia se difunden
masivamente en las redes digitales y tienden a construir corrientes de opinión
difíciles de dominar, porque la concepción de “infodemia” se utilizó con fines
políticos y no de políticas de Estado para controlar la mala información.
Estamos
en una fase complicada, porque la desesperación por salir para trabajar para
tener un ingreso seguro, para convivir y para romper nuestro aislamiento físico
y psicológico, parece no estar siendo captada por quienes deben conducirnos en
este oscurantismo apocalíptico.
El
plan para salir adelante requiere liderazgo de personas de Estado, de mujeres y
hombres creativos, que nos den el entrenamiento y el apoyo adecuado para pasar
a otra fase más allá de recibir propaganda de quienes sólo piensan en
elecciones o de mercaderes del internet como los llamados instagramers,
YouTubers e influencers del twitter. Estamos
a tiempo, esperemos que lo entendamos todos.
Contacto:
feleon_2000@yahoo.com