Las elecciones de Coahuila y Estado de México del pasado domingo fueron particularmente excepcionales, distintas y complicadas de explicar en relación con las renovaciones de gubernatruas anteriores. ¿Por qué? Porque es la primera vez que en ambas entidades, los partidos que antes eran antagónicos, como PRI y PAN, ahora se unieron para enfrentar juntos a la fuerza de Morena y sus aliados.
El saldo de estos procesos, como ha coincidido más de un analista, es la histórica estocada al PRI desde su último reducto de poder real: el Estado de México. Esta debacle electoral a nivel estatal es la más dolorosa que ha tenido el PRI desde 1989, cuando perdieron su primera gubernatura, en Baja California.
Coahuila es un caso especial, porque ha estado bajo la suspicacia (fundada) de que hubo una derrota concertada para Morena, pues el presidente es quien no quiere que el PRI desaparezca del todo. Sin embargo, también fue un ejercicio que permitió medir la fuerza real de sus aliados, el PT y el PVEM, quienes juegan su propia fortaleza y su registro para los años por venir.
Por otro lado, no pierdan de vista que ambas entidades fueron campo de batalla para dos de las corcholatas, quienes hicieron su propio juego de vencidas: Marcelo Ebrard y Claudia Sheinbaum. ¿De qué forma? Pues, por ejemplo, el “carnal” en Coahuila jugó con Ricardo y con Higinio en el EDOMEX, mientras que Claudia con la cargada de funcionarios y acarreados del clientelismo gubernamental.
En “La cena del adiós”, pero rebautizada como “de la unidad”, según ha trascendido, finalmente el propio AMLO les pidió renunciar en la próxima semana para competir en condiciones de igualdad.
Hay que esperar esta tarde para saber la posición de Ebrard y su primer argumento para descalificar a las encuestas como método de selección del candidato presidencial morenista, pues en la del Estado de México de 27 casas demoscópicas, sólo tres fueron certeras en sus estudios. Es decir, una vez más se ejemplifica que las encuestas tradicionales son fallidas y aquí 24 encuestadoras resultaron equivocadas en sus metodologías.
En Coahuila la situación fue distinta, porque la división, inducida o no, con que caminaron los aliados de la cuarta transformación permitió que el aspirante del PRI-PAN-PRD tuviera un margen muy amplio de ventaja sobre todos ellos a lo largo de toda la campaña.
Sin duda, Manolo Jiménez en este momento se ha convertido en automático en un referente para lo que llegue a quedar del PRI a nivel nacional.
Las derrotas son a veces más aleccionadoras que las victorias. De los partidos derrotados, también el PAN el gran afectado porque prácticamente quedó marginado de todos los distritos y secciones electorales.
En resumen, a los militantes y votantes panistas no les gusta mucho ir de la mano y caminar juntos a quienes combatieron por distritos. Mientras que el PRI en los dos estados logró imponerse en varios de distritos sus aliados quedaron ninguneados. Lo que queda del PRD ya no sólo es motivo de reflexión, sino de vergüenza y lo mejor es que sus propietarios hagan un retiro discreto de la escena nacional.
Un factor que debe analizarse con cuidado es el crimen organizado, pues en ambas entidades la presencia de estos grupos delincuenciales también jugaron en las elecciones y en los municipios donde tienen su predominio también hubo amplia participación, lo que anticipa algo sucio que viene en camino.
Lo que sigue para nuestra clase política es una larga lista de pendientes de las que destacan:
1) La definición de Marcelo Ebrard respecto a su futuro político, pues él sabe que difícilmente obtendría la candidatura presidencial y más cuando sus operadores políticos en el Estado de México y Coahuila fallaron en su estrategia.
¿Aceptará estar en una insegura sala de espera en el eventual gabinete de Sheinbaum? ¿Condicionará su disciplina a su propuesta para presidir al Senado de la República y ser un “poder paralelo” al presidencial durante el próximo sexenio?
2) Hay que estar atentos al encarecimiento de la declinación de Gerardo Fernández Noroña, porque en una de esas le indicarán que se la juegue solo nada más para salvar el registro del Partido del Trabajo.
3) Caso de interés es la inclusión de Manuel “El Güero” Velasco, del PVEM, porque sólo entra como cuña para controlar a Noroña y darle esperanzas a un partido que ya decidió quién es su favorito en el corcholatero interno.
4) El PAN aprendió la lección de las recientes elecciones y es casi seguro que irá solo por el gobierno de la CDMX, sin los aliados que le quitan simpatizantes y votos. Ahora el problema es resolver si van con Xóchitl Gálvez, Lía Limón o Santiago Taboada. Si se equivocan, el problema será bien complicado de resolver.
5) El PRI de Alito abonaría la división opositora al postular a su propio candidato, rompiendo con panistas y perredistas. Quizá por eso la respiración artificial con que operaron en Coahuila, para dividir a Va por México.
6) Y claro, el tenebroso Señor X estaría ya preparando el plan para que la alianza Va por México o lo que quede de ella, busquen obtener al menos la mitad de los legisladores federales y obstaculizar a la próxima presidencia. Conseguir 330 diputados federales y la mitad de los senadores no parece sencillo.