Carlos Ramírez
El debate
sobre la candidatura de Félix Salgado Macedonio como disputa entre Morena y la
oposición es importante, pero el escenario nacional está exigiendo
posicionamientos y avances en cuando menos tres temas vitales:
1.- La decisión del gobierno del presidente Biden de apretarle
las tuercas a México y abrir mecanismos de presión sobre Palacio Nacional en
materia de seguridad criminal, inversiones estadunidenses dentro
de los Tratados comerciales en materia de inversiones estadunidenses en energía
y migración desde los intereses de la Casa Blanca.
2.- Los desafíos de la reactivación productiva más allá de
los juegos detractores de las cifras del PIB y más centrados en los retos de la
reconversión industrial a que ha obligado el frenón económico de -8.5%
de PIB de 2020. Asimismo, lo importante se localiza en los escenarios de mediano
y largo plazo (menos de 2% promedio del PIB en los próximos diez años), y no
sólo en el rebote de 2021 que llegará --por lo demás-- hasta el cuarto
trimestre de este año.
3.- Los problemas alrededor de las vacunas, la
disponibilidad, la cobertura y sus efectos de corto plazo siguen revelando la incomprensión
de gobierno y oposición en torno al virus mismo, a sus derivaciones en
la precaria política estatal de salud y al descuido de la disponibilidad
de medicinas para otras enfermedades de la crisis social.
La oposición ha mostrado su pequeñez frente a los problemas
de la crisis misma y al tema central de la actual coyuntura electoral: no se
debe tratar de vencer al bloque político del presidente López Obrador en
la disputa por el control de la Cámara de Diputados, sino debatir la crisis final
del sistema/régimen/Estado/Constitución y la necesidad de definir los tres
objetivos de la poscrisis: un nuevo modelo de desarrollo, un nuevo Estado y una
nueva política económica.
En términos de coyuntura, las recientes presiones del gobierno de
Biden están descolocando la estrategia de seguridad del gobierno lopezobradorista.
La aparición de la vicepresidenta Kamala Harris como encargada de la Agenda
México representa la fase más grave de intervencionismo estadunidense en
asuntos mexicanos desde los años de Ronald Reagan (1981-1989).
En materia de seguridad, EE. UU. carece de una propuesta integral
y sólo se basa en dos puntos: desatender la criminalización y la cartelización
de las bandas delictivas dentro de EE. UU. y centrarse en adicciones y tratar
de asumir el control de una estrategia internacional subordinando
políticas nacionales a las estadunidenses.
Las informaciones soltadas en EE. UU. sobre el Cártel
Jalisco Nueva Generación en México quieren llevar a Palacio Nacional al
regreso a la guerra contra los cárteles que se aplicó en los
gobiernos de Calderón y Peña Nieto y que dieron resultados efectivos en la liquidación
de algunas dirigencias de bandas delictivas, aunque con el alto costo de
homicidios. En EE. UU. consideran que la estrategia lopezobradorista no
ha bajado los homicidios dolosos, ha permitido el fortalecimiento de las
estructuras criminales y sólo ha logrado recuperar algunas partes territoriales
de la república.
La Cámara de Diputados y el Senado tienen facultades
legales y políticas para formar un frente común con el gobierno federal ante la
ofensiva de alto nivel de la Casa Blanca contra políticas nacionales de
seguridad, pero el congreso ha exhibido su pequeñez luchando por
pequeñas parcelas de poder electoral y por posiciones legislativas que en estos
años no han servido a los intereses de la república.
Las presiones estadunidenses más fuertes vendrán también en
materia de efectos de las leyes energéticas --electricidad e hidrocarburos-- por
la cancelación de contratos y proyectos a empresas privadas estadunidenses. La ruptura
de la correlación entre acuerdos del Tratado y políticas de gobierno en este
sexenio tendrán efecto negativo en la reactivación productiva.
La crisis nacional no debe centrarse en la batalla mediática
por sacar a Salgado Macedonio de la candidatura de Morena al gobierno de
Guerrero, sino que necesita replanteamientos generales y de fondo que están exigiendo
que se lleven a las campañas electorales como debates nacionales. Ni el congreso
ni la sociedad han diagnosticado el efecto real, de fondo, estructural,
de la crisis productiva de 2020 por el coronavirus, ni tampoco
han presentado opciones dentro o contra el proyecto gubernamental.
El país se está jugando su futuro y el gran debate nacional
es si hay o no hay Toro.
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Política para dummies: La política está afuera de la política.
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